Rafael Nuñez - Edad para el primer smartphone

El ciberacoso (cyberbullying), término usado por primera vez por el educador canadiense Bill Belsey, es el uso de medios digitales para acosar a una persona, a través de la divulgación de información confidencial.

El acoso virtual es un grave problema porque es un acoso psicológico que se puede cometer en cualquier lugar y momento por el poder de ser omnipresente y de su difusión instantánea por el internet, blindado por el anonimato.

Además del ámbito que posee por las características de su universalidad, propagación a larga escala y anonimato también estimula la adición de acosadores con un efecto multiplicador que colaboran de manera fácil y económica, reproduciendo y distribuyendo los contenidos de ciberacoso.

 De allí que, el acoso cibernético se caracteriza por causar un daño repetitivo que causa angustia emocional y ansiedad, que se puede afirmar podrá ser perdurable en el tiempo pues todo lo que se publica en Internet es absorbido por la Red, siendo público y dejando de ser privado.

Este daño puede ser aplicado de diversas formas, a saber por:

  • Una falsa acusación que perjudica la reputación de la víctima con material recopilado sobre la víctima, sobre sus actividades, llegando a rastrear su dirección de IP.
  • La publicación en un foro, blogs, sitios web y hasta por el teléfono de amenazas e intimidación.
  • La victimización, donde el acosador acusa la victima de daños y perjuicios.

Este tipo de acoso sucede en un mundo virtual que adopta roles imaginarios en la Red y logran transformarlo en un daño tan o más doloroso que el acoso físico.

El cyberbullying se vale de la modernidad de nuestros tiempos y de los medios digitales para acosar a través de la divulgación de información confidencial de la víctima, ejecutada de forma omnipresente, instantánea, anónima, repetitiva y, lamentablemente, con gran adición de colaboradores que se suman al escarnio e ofensa del otro por el placer de maltratar.