Rafael Nuñez - Quiénes provocan el acoso

Los que provocan el acoso son personas que se juzgan superiores a los demás, los que sienten que al agredir son temidos, todos aquellos que poseen dificultad en gestionar las emociones y los que probablemente han sido víctima de situaciones de abuso.

El acosador proactivo actúa por iniciativa propia, siendo, generalmente, impulsivo, disruptivo, dominante, antisocial, siendo el que revela escasa empatía y asertividad.

Este provocador de acoso domina para obtener la sumisión de los demás. Su impulsividad tiene consecuencias negativas de allí que deba pensar antes de hablar, meditar sobre las consecuencias de sus acciones, siendo suficiente con sacar de la mente el deseo con apenas contar hasta diez o tomar una respiración profunda o hacer ejercicio o aún algo que ocupe su mente.

Mientras tanto, el reactivo reacciona agresivamente al sentirse atacado pues este provocador del acoso no controla la rabia o la tristeza, mostrando ansiedad y baja autoestima además de pocas habilidades sociales. Daniel Goleman en su libro Inteligencia Emocional explica que la rabia o la tristeza cuando no son bien gestionadas pueden llegar a ser muy destructivas y dañinas.

El provocador del acoso carece de herramientas para su relajación que son simples técnicas como respirar profundamente que lo puedan ayudar a calmar la rabia. En cuanto que para la tristeza, el antídoto es la alegría, transformar el pensamiento negativo en positivo, también el moverse cambia el estado de ánimo, un paseo al sol derriba la tristeza y devuelve la paz.

Es importante conocer los recursos a la disposición, las técnicas, estudios e investigaciones realizados en el área, a ejemplo de los principios del Mindfulnes, Kabat- Zinn que propone siete actitudes para esta práctica como: no juzgar, la paciencia, la mentalidad de principiante, la confianza, el no esforzarse, la aceptación y el ceder.

Simples técnicas, casi que del censo común, que usadas a diario se tornan actitudes naturales cuando se presenta una situación de tensión. Así, gestionar las emociones adecuadamente es esencial para el bienestar y el equilibrio de las relaciones interpersonales y familiares.