Muchas veces, cometemos el error de creer que el peor tipo de acoso viene acompañado de abuso físico o maltrato y dejamos de lado el gran impacto que tiene el acoso psicológico en la conducta de nuestros hijos y en su comportamiento a futuro. En estos casos el agresor o bully utilizan, normalmente, amenazas que le permitan lograr sus objetivos por medio de la manipulación o las amenazas.

Aunque nos centraremos en el aspecto psicológico, es importante destacar que en un gran porcentaje de los casos el acoso psicológico se presenta en niños que son vistos como más débiles o en desventaja física frente a su acosador (Bien sea por tamaño, edad, contextura o personalidad).

El bullying psicológico es mucho más complejo de detectar en sus etapas iniciales pues la víctima no presenta signos de violencia y suele iniciar con acciones discretas que van escalando en la medida en que no se toman las medidas oportunas.

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El Bullying psicológico es una pirámide

Inicialmente, se presentan miradas desagradables, gestos obscenos o trato receloso. Sin embargo, a medida que el bully se sienta con mayor poder sobre su víctima comenzará a utilizar las amenazas (Verbales o físicas) e intentará someter la voluntad de nuestros hijos para que cumplan sus caprichos.

Recordemos que el acoso siempre tendrá como finalidad reforzar el poder que siente el acosador sobre su víctima y su necesidad de exhibirla, incluso frente a figuras de autoridad como profesores y en algunos casos, familia.

Los principales efectos del bullying psicológico, en su etapa temprana son:

  • Preocupación
  • Estrés
  • Depresión.

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Lo grave del acoso es que sus efectos psicológicos pueden persistir hasta la adultez, lo cual hace una necesidad que las familias y los colegios, tomen actitudes mucho más severas contra el acoso y se inculque una educación con valores que permitan evitar las secuelas que afectan a un porcentaje cercano al 40% de los adultos que fueron sometidos a acoso en su juventud.