¿Qué es el trastorno por aversión al sexo?

La respuesta sexual

El sexo es una de las facetas más importantes en la vida de todos las personas. Esta afirmación, tiene su base en múltiples estudios científicos, que han abordado la relación de los seres humanos con la sexualidad desde infinidad de ópticas. Sin embargo, cuando hablamos de la respuesta sexual, cabe hacer una precisión más detallada de a qué nos referimos exactamente. Masters y Johnson (1966) describen por primera vez el término “respuesta sexual humana” dentro de la que distinguen cuatro etapas.

  1. Fase de excitación: el inicio de los cambios fisiológicos ante la estimulación subjetiva de placer.
  2. Fase de meseta: aumento de los niveles de tensión muscular, respiración y ritmo cardiaco
  3. Fase de orgasmo: punto culminante de placer acompañado de la descarga explosiva de esta tensión.
  4. Fase de resolución: bienestar general resultante y vuelta gradual al estado primero de excitación.

Estas etapas se relacionan con estados puramente fisiológicos por lo que, más adelante, Kaplan (1979) añade una fase previa. La autora considera que la respuesta sexual requiere de dimensiones emocionales más subjetivas para que los procesos ya descritos tengan lugar. Así, introduce la “fase de deseo” en la que ya, sin necesidad de hacer alusión a cambios fisiológicos concretos, se pueden ir apreciando sensaciones de apetito y deseo sexual.

La disfunción sexual

En línea con los periodos especificados en el apartado anterior, se podría definir una disfunción sexual como cualquier alteración dentro del desarrollo normativo de los mismos. Más concretamente, la OMS (1992) categoriza la disfunción sexual como una o varias dificultades persistentes en el tiempo a la hora de llevar a cabo el acto sexual como se desearía.

Por otro lado, en el DSM 5 se pueden encontrar cinco subtipos de disfunciones sexuales: trastornos del deseo sexual, de la excitación sexual, del orgasmo, por dolor y un último apartado de “otros”. El trastorno por aversión al sexo se detalla dentro del primer subgrupo relativo al deseo sexual.

El trastorno por aversión al sexo

Continuando con las definiciones del DSM 5, el trastorno por aversión al sexo se describe como la existencia de un rechazo o malestar a la hora de mantener una relación sexual. Esta actitud genera y mantiene una sintomatología ansiosa y evitativa frente al acto sexual.

Se estima que este repudio puede centrarse en algún estímulo en particular dentro del sexo, aunque en algunos casos, también se debe a varios. En función de la cantidad de elementos que susciten una conducta aversiva, mayor será el nivel de ansiedad resultante.

Hay autores y autoras que lo interpretan como una fobia sexual simple. Al tener lugar comportamientos evitativos y persistentes aparecen reacciones fisiológicas similares a otras fobias: aumento del nivel cardiaco, de la tensión muscular, de los niveles de sudoración… De hecho, estas sensaciones de angustia y ansiedad se darían solo con imaginarse la situación aversiva sin necesidad de exponerse a la misma.

¿A qué se debe el trastorno por aversión al sexo?

Prevalencia en el ámbito femenino

Diversas investigaciones han confirmado una relación entre este tipo de trastorno sexual con el colectivo femenino. Cabe destacar como muchas de las causas destacadas se vinculan a historias de maltrato, abuso o violencia sexual. Así y teniendo en cuenta como estas problemáticas de tal repercusión social atentan en mayor medida contra las mujeres, este colectivo podría calificarse como un grupo de riesgo.

Profundizando un poco en el terreno de la sexualidad femenina, existen diversos factores que afectan a la respuesta sexual:

  • Actitudes machistas aprendidas ligadas a iniciar una relación sexual no deseada.
  • Cuadros de depresión o ansiedad.
  • Violencia de género y experiencias traumáticas.
  • Expectativas catastrofistas o preocupaciones excesivas acerca del encuentro sexual.
  • Problemas de autoestima.

Todos estos elementos incitan la interrupción de una respuesta segura a la hora de mantener una relación sexoafectiva. Si este patrón de conducta se mantiene en el tiempo esta “fobia sexual” se ve potenciada. Paralelamente, la evitación constituye la vía de actuación elegida que aleja y reduce el malestar y la angustia.

Causas más frecuentes

De forma más general y sumado a los factores ya descritos, se consideran otros elementos que estimulan la manifestación de trastornos por aversión al sexo.

En primer lugar, la inexistencia de una educación sexual o de una que promueva conductas negativas frente al sexo. La educación y la conciencia de la sociedad constituye un aspecto fundamental a la hora de poner prevenir y generar encuentros seguros. La falta de información y la interpretación individual favorece, en ocasiones, una concepción de la sexualidad estricta o fría. Se trata de un estilo de ideas que se alejan completamente de la divulgación del encuentro sexual como un ambiente libre y seguro.

En segundo lugar, cualquier experiencia de abuso evidente que haya acentúe en la actualidad un importante miedo o rechazo. En este caso, no se alude únicamente a la violencia de género, sino que también a otras tales como la intrafamiliar o la escolar. Este ejercicio de maltrato puede darse de manera psicológica, física o sexual.

En tercer lugar, un estilo de vida estresante, agitado y autoexigente que va a afectar de manera exponencial a la respuesta sexual. La persistencia de estos patrones de conducta dificulta la expresión de respuestas relajadas y desinhibidas durante el acto sexual.

En última instancia, las problemáticas asociadas a la identidad se han estimado también muy influyentes. Si una persona está pasando por un periodo en el que le acontecen miles de dudas respecto a su persona, género o sexualidad, las barreras frente al sexo van a ser mayores. Sin necesidad de existir un abuso o una educación rígida, la situación no es filtrada como un contexto seguro ya que, ni siquiera se sabe de que color es ese filtro. En este caso, la prioridad será el autoconocimiento de la persona en todos sus ámbitos para lograr una experiencia sexual gratificante.

Principales síntomas del trastorno por aversión al sexo

Las personas que sufren esta tipología de disfunción sexual tienden a experimentar síntomas tales como angustia y ansiedad. Por ende, se dan las siguientes expresiones físicas:

  • Nauseas
  • Tensión muscular
  • Mareos o cefaleas
  • Aumento del ritmo cardiaco
  • Ataques de pánico

Asimismo, esta conducta que se ha explicado como evitativa y persistente en el tiempo genera un hábito negativo. Poco a poco, la persona entra en un bucle donde sin exponer se a la situación aversiva, genera y aumenta en sí misma los niveles de:

  • Irritabilidad
  • Vergüenza
  • Estrés
  • Baja autoestima  
  • Autoexigencia

De esta manera, la conducta evitativa se mantiene como mecanismo de defensa sin arreglarse la situación. Al mismo tiempo, la persona disminuye su valía sobre si misma y las ocasiones de abordar el evento ansiógeno son cada vez más pequeñas.

Tipos de trastornos por aversión al sexo

Nuevamente, el DSM 5 reconoce tres subgrupos dentro de esta problemática.

En función del momento inicial en que se da el trastorno, se distinguen:

  • Trastorno de toda la vida: cuando ha existido desde el primer encuentro sexual.
  • Trastorno adquirido: cuando aparece habiéndose dado previamente actividades sexuales sin dificultades.

Según el contexto en que se expresa, se diferencian:

  • Trastorno general: la disfunción no se debe únicamente a un estímulo concreto.
  • Trastorno situacional: cuando se identifica un contexto específico que promueve la aparición del trastorno.

Y finalmente, teniendo en cuenta el origen del problema, se estiman diagnósticos debidos a:

  • Factores psicológicos: la emergencia y mantenimiento de la sintomatología proviene de aspectos puramente psicológicos.
  • Factores combinados: el peso se divide en elementos psicológicos pero también otros médicos o farmacológicos.

¿Cómo se trata el trastorno por aversión al sexo?

Teniendo en cuenta que el tratamiento dependerá en gran medida de su origen se requiere de una buena evaluación clínica. A la hora de evaluar en concreto un caso de trastorno por aversión al sexo cabrían subrayar estos puntos indispensables:

  • Una entrevista en profundidad y una evaluación psicológica que analice la historia completa del o la paciente. Se ha de tener en cuenta y explorar el área social y sexual explorando sus relaciones personales.
  • Valorar un reconocimiento médico si se advierten historias de maltrato.

Si se reúne toda la información descrita hasta ahora, convendría sugerir un tratamiento multidisciplinario, en el que tendrá un rol principal el papel del sexólogo. En función de la etiología del caso, habría que abordara atendiendo a aspectos educativos, médicos y claramente, psicológicos. En lo referente a este último, se incluirá un trabajo en:

  • Autoestima y diálogo interno.
  • Autoconcepto.
  • Creencias irracionales, actualmente disfuncionales.
  • Educación sexual.
  • Habilidades sociales y emocionales.
  • Resiliencia y superación de traumas.

Bibliografía

American Psychological Association [APA]. (2013). Manual de diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM-5). Editorial Medica Panamericana.

Caballo, V. (2007). Manual para el tratamiento cognitivo-conductual de trastornos psicológicos, Vol. 1: Trastornos por ansiedad, sexuales, afectivos y psicóticos. Editorial S. XXI.

Cedrés, S. y Pombo, R (2011). Disfunciones sexuales femeninas. Plenus Centro Médico Sexológico. https://www.plenus.com.uy/noticias/noticia.html

Mira Solves, J.J. (1992). Trastornos del deseo sexual. Naturaleza y abordaje. Información psicológica, (49), 18–21.

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