La respuesta sexual femenina
La respuesta sexual se refiere al conjunto de cambios psicológicos, fisiológicos y hormonales que acompañan al acto sexual. Dentro de ésta se distinguen cuatro fases: la excitación, la meseta, el orgasmo y la resolución.
El trastorno de la excitación sexual femenino afecta a la segunda fase. Cuando esta etapa entra en juego, el cerebro envía ciertos mensajes que activan al cuerpo de forma involuntaria. Concretamente y en lo referente a las mujeres, tienen lugar los siguientes procesos:

- Comienzo de la lubricación vulvovaginal.
- Dilatación de los labios vaginales.
- Aumento del corriente sanguíneo al clítoris que genera su excitación e inflamación.
- Intensificación de la sensibilidad del clítoris.
- Incremento del ritmo cardiaco y de la tensión muscular.
¿Qué es el trastorno de la excitación sexual en la mujer?
Por tanto, el trastorno de la excitación sexual en la mujer consiste en la incapacidad para mantener de manera persistente una respuesta sexual femenina de forma adecuada en cualquiera de estos puntos de la fase excitatoria: lubricación, dilatación, vaso-congestión… En consecuencia, se generan sentimientos de malestar, angustia o desesperanza.
No se puede determinar la existencia de un trastorno de la excitación sexual si estas alteraciones descritas poseen un origen ya conocido. Si las respuestas se dan por la presencia de otro diagnóstico clínico, de los efectos externos de sustancias o de enfermedades no existiría trastorno de excitación sexual.
¿A qué se debe el trastorno de la excitación sexual en la mujer?
Dentro de los factores que promueven o conllevan al desarrollo del trastorno se pueden distinguir:
Causas orgánicas
En este grupo se encuentran procesos como la menopausia, cambios hormonales o la toma de medicamentos (que producen efectos secundarios influyentes). Cualquiera de estos fundamentos biológicos genera modificaciones en el organismo que afectan e incitan un escenario vulnerable para la aparición del trastorno.
Causas psicológicas.
Por otro lado, se plantean numerosos elementos de índole psicológica que generan una inhibición a la hora de mantener un acto sexual gratificante o adecuado.
En primer lugar, la desinformación relativa al sexo conlleva que las personas no sepan cómo actuar a la hora de establecer relaciones sexuales. Asimismo, a esta ignorancia de carácter objetivo se le puede añadir una falta de conocimiento personal. Las dificultades ligadas al autoconcepto o a la identidad aumentan la probabilidad de un bloqueo sexual teniendo en cuenta la ausencia de criterio sobre gustos y funcionamiento sexuales. En esta línea, se pueden sumar problemáticas vinculadas a las inseguridades o la autoestima, creándose escenarios y encuentros sexuales protagonizados por el miedo, la vergüenza o la ansiedad.

En segundo lugar y teniendo en cuenta la implicación de más de una persona en los aspectos sexuales, las dificultades pueden provenir también de esta interacción y no únicamente de un individuo particular. En este punto entrarían tanto elementos relacionados con malentendidos en la pareja, falta de comunicación, gustos diversos… así como cuestiones mucho más graves. Con esta última idea, nos referimos a temas de maltrato físico o verbal, violencia de género, abusos sexuales, traumas infantiles o cualquier historia pasada que actualmente genere en la persona una situación fóbica con la que se siente incapaz de lidiar.
En última instancia, no se ha de olvidar la influencia del contexto. En ocasiones, el ambiente puede no ser el óptimo para que una o varias personas se encuentren dispuestas y seguras para mantener una relación sexual. Si aparece una disfunción sexual dentro de un contexto concreto e inamovible que perdura el tiempo, existe probabilidad de atribuirle la responsabilidad. Puede que, en estos casos, alguna modificación ambiental sea suficiente para remediar la causa de este bloqueo.
Síntomas principales
Como se ha especificado con anterioridad, este trastorno hace referencia a la fase de excitación dentro del espectro de toda la respuesta sexual femenina.
Las dificultades o carencias detectadas en este trastorno femenino no se refieren exclusivamente al momento inicial de la excitación del cuerpo sino también a otros posteriores. Así, se podría dar el caso de una mujer que comienza de manera satisfactoria y adecuada la activación de sus órganos genitales durante el encuentro sexual pero que, de forma inesperada, dicha estimulación cesa.

Las personas que padecen este tipo de diagnósticos no consiguen llegar a la fase del orgasmo, fase en la que tiene lugar el punto culminante de placer sexual. Es por ello que, frecuentemente, si se mantiene este patrón inhibitorio, los sentimientos de angustia y malestar se agudizan y perduran en el tiempo. Además del trastorno en sí mismo que impide la excitación sexual, se origina en sus pacientes, una falta de deseo y desmotivación a la hora de llevar a cabo un encuentro sexual.
Todos estos obstáculos y complicaciones derivados del trastorno acaba por generar una sintomatología caracterizada por:
- Dolores vaginales a la hora de mantener una relación sexual
- Depresión y ansiedad
- Irritabilidad
- Baja autoestima
- Evitación o miedo ante el acto sexual
- Rechazo al sexo
- Aislamiento
- Culpabilidad
Tipos de trastorno de la excitación sexual femenina
De la misma manera que con el trastorno por aversión al sexo, el DSM 5 diferencia tres subtipos.
Por un lado, se diferencian dos subtipos, los «trastornos de toda la vida» si la problemática tiene lugar desde el primer encuentro sexual y se mantiene en el tiempo. Paralelamente, se habla de los «trastorno adquiridos» cuando éste surge durante la vida de forma inesperada habiendo existido anteriores actos sexuales carentes de bloqueos o disfunciones.
La siguiente distinción hace referencia a los «trastornos generales» y «trastornos situacionales». La primera categoría se aplica si el trastorno existe en diversos contextos y no se debe a un sólo desencadenante. En cambio, el segundo estilo se determina cuando sí existe un estímulo particular que promueve la aparición de la sintomatología asociada a dicha desorden sexual.
En último lugar, y en función de la etiología del problema, se reconocen dos grupos. El primero cuando la causa se atribuye exclusivamente a «factores psicológicos» y el segundo cuando se dan «factores combinados». En este último pueden entrar también elementos e índole médicos o farmacológicos.
¿Cómo habría que intervenir?
A la hora de intervenir con en un diagnóstico de trastorno de excitación sexual femenina, habría que, previamente, identificar cúal es el origen de esta disfunción. Teniendo en cuenta la diversa etiología del problema descrita anteriormente, existirán ocasiones donde la mera modificación del ambiente pueda resolver la problemática. Sin embargo, en otros casos, la disfunción se encuentra marcada por aspectos más cognitivos y/o emocionales.
De esta forma, se plantea un trabajo en:

- Psicoeducación sexual y de pareja.
- Fomento de la autoestima.
- Autoconocimiento e identidad.
- Resiliencia personal.
- Creencias irracionales que impiden una conducta funcional.
- Diálogo interno.
- Traumas o abusos sexuales.
- Aceptación personal
Bibliografía
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