Las rabietas en niños son un unos de los problemas de conducta en los niños más frecuentes, y suponen un desafío común para muchos padres y cuidadores. Estos episodios de llanto, gritos, pataletas y comportamiento desafiante pueden ser abrumadores y agotadores para los adultos, pero es importante comprender que las rabietas son una forma de comunicación en el desarrollo de los niños.

¿Por qué aparecen las rabietas en niños?

Las rabietas en los niños pueden ser desencadenadas por una variedad de razones, y cada niño puede tener motivos diferentes para manifestarlas. Estos son algunos de los motivos que hacen que los niños puedan recurrir a las rabietas:

  • Expresión de emociones: Los niños pequeños aún no tienen plenamente desarrolladas sus habilidades lingüísticas para expresar sus sentimientos y emociones de manera efectiva. Las rabietas pueden ser una forma de comunicar su frustración, tristeza, enojo o decepción cuando no pueden encontrar las palabras adecuadas para expresar sus sentimientos.
  • Obtener atención: Las rabietas pueden ser una estrategia para llamar la atención de los adultos y obtener lo que desean. Los niños pueden haber aprendido que, al mostrar un comportamiento problemático, como una rabieta, pueden atraer la atención de los adultos y obtener una respuesta inmediata.
  • Control y autonomía: A medida que los niños crecen, desarrollan un deseo de independencia y autonomía. Las rabietas pueden ser un intento de ejercer control sobre su entorno y expresar su deseo de hacer las cosas a su manera.
  • Frustración por límites: Los niños pueden experimentar rabietas cuando se les establecen límites o se les impide hacer algo que desean. Estas rabietas pueden ser una expresión de su frustración por la falta de control y por no poder satisfacer sus deseos inmediatos.

¿Son a propósito las rabietas en niños?

Las rabietas en niños no son necesariamente a propósito en el sentido de que los niños planeen deliberadamente tener una rabieta para manipular a los adultos. Sin embargo, es importante tener en cuenta que las rabietas pueden ser una forma de comunicación intencional por parte del niño para lograr ciertos resultados. Los niños pueden aprender que, al tener una rabieta, pueden influir en las acciones de los adultos y obtener lo que desean.

Es fundamental comprender que las rabietas en los niños son una parte normal del desarrollo y no deben ser vistas como un comportamiento malicioso o manipulador. Los niños pequeños aún están aprendiendo a manejar sus emociones y a comunicarse de manera efectiva. Las rabietas son simplemente una forma de expresar su frustración y descontento.

Como padres y cuidadores, es esencial no ceder ante las rabietas y mantener límites claros. Al establecer límites consistentes y razonables, los niños aprenden que las rabietas no son una forma efectiva de obtener lo que desean. También es importante brindarles a los niños alternativas para expresar sus emociones, como enseñarles palabras y frases que puedan utilizar para comunicarse de manera más efectiva.

¿Cómo evitar las rabietas?

Prevenir las rabietas puede ser un desafío, pero hay algunas medidas que los padres pueden tomar para reducir su frecuencia y severidad. Aquí hay algunas estrategias efectivas:

  1. Establecer rutinas y límites claros: Los niños se sienten más seguros cuando saben qué esperar. Establecer rutinas diarias predecibles puede ayudar a los pequeños a sentirse con más confianza, evitando así que se conviertan en niños inseguros y reduciendo la probabilidad de que se produzcan rabietas. Además, establecer límites claros y coherentes les brinda a los niños una estructura y los ayuda a aprender a regular sus emociones.
  2. Fomentar la comunicación: Muchas rabietas ocurren porque los niños no pueden expresar adecuadamente sus necesidades o frustraciones. A medida que los niños desarrollan habilidades lingüísticas, es importante fomentar la comunicación abierta y escuchar activamente sus preocupaciones. Al brindarles un espacio seguro para expresarse, se reducirá la frustración y, en consecuencia, las rabietas.
  3. Reconocer las señales de advertencia: Observar las señales de advertencia temprana puede ayudar a prevenir las rabietas. Estos signos pueden variar de un niño a otro, pero pueden incluir irritabilidad, cansancio o hambre. Identificar estas señales y abordarlas antes de que se conviertan en una rabieta completa puede marcar la diferencia.
  4. Proporcionar opciones limitadas: Los niños pequeños pueden sentirse frustrados cuando no tienen control sobre su entorno. Ofrecerles opciones limitadas en lugar de opciones abiertas les da una sensación de autonomía y evita posibles desencadenantes de rabietas. Por ejemplo, en lugar de preguntar «¿Qué quieres comer?», se puede preguntar «¿Prefieres manzanas o plátanos?».
  5. Evitar situaciones desencadenantes: Identificar los desencadenantes comunes de las rabietas puede ayudar a evitarlos en la medida de lo posible. Esto puede incluir evitar el cansancio excesivo, el hambre prolongada o los entornos abrumadores. Si conoces las situaciones que suelen desencadenar las rabietas en tu hijo, puedes planificar con anticipación y tomar medidas preventivas.

¿Cómo actuar frente a una rabieta?

A pesar de nuestros mejores esfuerzos para prevenir las rabietas, a veces son inevitables. Cuando tu hijo experimente una rabieta, aquí hay algunas pautas útiles para manejar la situación:

  1. Mantén la calma: Mantén la calma y recuerda que las rabietas son normales y temporales. Si te alteras o pierdes la paciencia, es más probable que la situación empeore. Respira profundamente y recuerda que tu hijo necesita tu apoyo y comprensión en este momento.
  2. Ofrece consuelo y empatía: En lugar de ignorar o reprender a tu hijo durante una rabieta, ofrécele consuelo y empatía. Siéntate cerca de él, háblale con calma y ofrécele un abrazo reconfortante. Saber que estás allí para apoyarlo puede ayudar a tu hijo a sentirse seguro y contenido.
  3. Evita razonar o discutir: Durante una rabieta, los niños están inundados de emociones y no están en el estado mental adecuado para razonar o discutir. Evita tratar de convencer o persuadir a tu hijo en medio de la rabieta. Espera a que se calme y, luego, habla sobre lo sucedido.
  4. Permanece firme en los límites: Aunque es importante ser comprensivo, también es esencial establecer límites claros durante una rabieta. Mantén tus expectativas claras y no cedas a las demandas del niño solo para evitar la rabieta. Establecer límites firmes pero amorosos ayudará a tu hijo a aprender a manejar la frustración de manera más saludable.
  5. Proporciona distracciones o alternativas: A veces, distraer a tu hijo durante una rabieta puede ayudar a desviar su atención y calmarlo. Ofrece un juguete, inicia una canción o sugiere una actividad diferente que pueda ayudarlo a calmarse. Proporcionar una alternativa positiva puede ayudar a desviar la atención del niño de la causa de la rabieta.

¿Qué hacer después de una rabieta?

Las rabietas en niños son episodios de conducta desafiante y emocionalmente intensa que pueden ocurrir en la infancia. Son una parte normal del desarrollo, pero pueden ser desafiantes para los padres y cuidadores. Después de una rabieta, es importante saber cómo manejar la situación y considerar si es necesario buscar ayuda profesional.

  • Mantén la calma: Es comprensible que las rabietas sean frustrantes, pero es fundamental que los adultos mantengan la calma y controlen sus propias emociones. Respira profundamente y recuerda que los niños aprenden de nuestro comportamiento.
  • Ofrece consuelo y comprensión: Después de una rabieta, los niños pueden sentirse abrumados y angustiados. Acércate a ellos de manera amorosa y bríndales consuelo. Háblales en un tono tranquilo y asegúrales que los comprendes.
  • Escucha y valida sus sentimientos: Permítele a tu hijo expresar sus sentimientos después de una rabieta. Escucha atentamente lo que tienen que decir y valida sus emociones. Diles que entiendes que están frustrados o enojados y que estás allí para apoyarlos.
  • Establece límites y expectativas claras: Después de que tu hijo se haya calmado, es importante establecer límites claros y expectativas realistas. Explícales de manera calmada y firme cuál es el comportamiento aceptable y cuáles son las consecuencias de las acciones inapropiadas.
  • Fomenta la comunicación y el lenguaje: Alentar a tu hijo a expresarse verbalmente puede ayudar a prevenir futuras rabietas. Anima la comunicación abierta y dale herramientas para que pueda expresar sus sentimientos y necesidades de manera adecuada.
  • Enseña habilidades de regulación emocional: Ayuda a tu hijo a aprender estrategias para manejar y regular sus emociones. Puedes enseñarles técnicas de respiración profunda, contar hasta diez, usar palabras clave para expresar su frustración o fomentar actividades calmantes como la lectura o el dibujo.
  • Mantén una rutina estructurada: Los niños se sienten más seguros y cómodos cuando tienen una rutina establecida. Establece horarios regulares para las comidas, el sueño y las actividades diarias. Esto puede ayudar a prevenir situaciones que desencadenen rabietas.

¿Qué puede aportar la terapia infantil?

La terapia infantil puede ser beneficiosa en ciertas situaciones en las que las rabietas se vuelven recurrentes, intensas o interferentes en la vida diaria del niño y su entorno familiar. Aquí hay algunas consideraciones sobre la terapia infantil:

  • Evaluación profesional: Si las rabietas son frecuentes, duraderas o muy intensas, es recomendable buscar la evaluación de un profesional de la salud mental infantil. Un psicólogo o psiquiatra especializado en niños podrá realizar una evaluación exhaustiva y determinar si es necesario iniciar una terapia psicológica infantil.
  • Identificación de problemas subyacentes: Las rabietas pueden ser un indicio de problemas emocionales, dificultades de comunicación o desafíos cognitivos en los niños. Un terapeuta infantil puede ayudar a identificar y abordar estos problemas subyacentes que pueden estar contribuyendo a las rabietas.
  • Enseñanza de habilidades de afrontamiento: La terapia infantil puede proporcionar a los niños estrategias específicas para manejar las emociones y lidiar con las situaciones estresantes de manera más efectiva. Los terapeutas pueden enseñar habilidades de resolución de problemas, técnicas de relajación y estrategias de regulación emocional.
  • Apoyo a los padres y cuidadores: La terapia infantil no solo se centra en el niño, sino que también brinda apoyo a los padres y cuidadores. Los terapeutas pueden proporcionar estrategias y herramientas para manejar las rabietas de manera efectiva, mejorar la comunicación familiar y fortalecer las relaciones.
  • Prevención de problemas futuros: Al abordar las rabietas y las dificultades emocionales en la infancia, se puede prevenir la aparición de problemas más graves en el futuro. La terapia infantil temprana puede ayudar a desarrollar habilidades saludables de afrontamiento y promover un desarrollo emocional positivo.

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