LARA (18) 

Lavallol. Lomas de Zamora. 

Provincia de Buenos Aires.

REPÚBLICA ARGENTINA.

Testimonio de Lara:

Acabo de cumplir 18 años y concurro a un tradicional colegio privado de Lavallol, en la Provincia de Buenos Aires. Mis atributos físicos, en particular mis senos de 99 cm. me han traído problemas desde al menos cinco años. Sin embargo este último año, parte de cuarto y quinto del secundario, han sido los peores. Ante el continuo acoso de mis compañeros y  el desprecio y la bronca de mis compañeras, le pregunté a mi mamá si podía operarme para reducir. A lo que mi madre, consternada me respondió que espere. Que las cosas siempre mejoran. Así es mi mamá. Siempre optimista. A mi papá no me animo a preguntarle porque no es tan optimista ni tan cercano.

Las cosas iban relativamente bien en la escuela pero a mediados de este mes de marzo, se salieron de control. Después de varios días sin poder dormir bien por el acoso que sufría por unas fotos mías en Instagram, que ya borré pero no pude evitar que hagan captura de pantalla y transformen en memes con los que me atormentaban día y noche, compañeros y compañeras; lo comuniqué a la docente a cargo y a la dirección pero la respuesta en ambos casos fue nula.

No se si fue la falta de sueño, la falta de comida porque no estaba comiendo nada porque simplemente no tenía hambre, la tristeza del acoso y de no poder dejar de mirar el teléfono con mensajes de todo tipo donde se burlaban de mi, después de bautizarme como la ‘pechocha’; que decidí que tal vez sería hora de irme. Lamentaba que mis padres sufrirían y mi hermano también pero nadie podía entender lo terrible que resulta estar en la mira de todo el mundo, todo el tiempo. Un poco pensando en eso y un poco sin darme cuenta, mientras esperaba el tren en la estación Lomas de Zamora, sentí como que caía a las vías. Un hombre me tomó de la capucha de la campera y me dijo: » – ¿Nena, qué hacés? Me disculpé. Le dije que estaba con la presión baja. Me acompañó hasta subir al tren y luego amablemente se despidió. Al bajar en Temperley, seguía pensando en ‘irme’. Me da vergüenza decirlo, porque mis padres y mi hermano no se lo merecen pero ya estaba harta. Me sacó de mis problemas una señora que en el andén me dijo que era muy parecida a Florencia «Flor» Peña, cuando tenía mi edad. Ya me lo habían dicho pero nunca una desconocida. Al menos por un momento pude pensar en otra cosa. Me senté un ratito en una plaza y los mensajes seguían llegando. Mi primer impulso fue tirar el teléfono pero me acordé de la señora y de lo amable que había sido. Todavía quedaba gente amable. Valía la pena leer algo amable. En la escuela estábamos leyendo a Becquer, sus poesías y sus leyendas. Puse en Google poema y me llevó a ‘poema contra el bullying’ y de ahí al ‘poema contra el bullying más leído del mundo’. Sentí que había que leerlo. Lo escribió una chica costarricense, Clara. Lo leí y me sorprendió más y más. Era mi historia pero distinta. Pero parecida a la vez. Ella era Clara y yo, Lara. ¡Increíble! Ella estaba harta del acoso de sus compañeras y pensaba en ‘irse’ y yo también. Un poco por curiosidad y un poco por cholulismo contacté a Bullying Sin Fronteras. 

En el asunto escribí: Hola. Soy Lara de Lavallol. Estoy harta y quiero irme.

En el texto escribí brevemente y con poca convicción. Lo mandé porque no pensé, sino no mandaba el mensaje. Igual, sabía que contestarían tarde. Y seguramente yo ya me habría ido. Pero no, contestaron al día siguiente. 

Me pedían un poquito de paciencia y que el Director Mundial de BSF charlaría conmigo en Zoom. 

«-¿Será el mismo de la historia de Clara?, pensé. Si era así, valía la pena esperar dos días. 

Llegó el viernes y efectivamente, era Javier, el mismo de la historia de Clara. Me saludó con buena onda y me dijo; tenés un aire a Luisana Lopilato, incluso como sonreís. Mi sonrisa no valía nada porque era impostada pero se notaba que había algo bueno ahí. Era cercano. Le conté que siempre me veían parecida a Flor Peña y lo que me pasaba. Me decían ‘pechocha’ y cosas así.

Él me dijo que jústamente ‘pechocha’ era un adjetivo que usaban con Florencia en un programa de TV de no se cuándo. Y de que ser hermosa no es malo. Es una bendición. Incluso me dijo que la rima más famosa de Becquer termina así:

‘mientras haya una mujer hermosa, habrá poesía’. Justo Becquer y justo esa rima.

Me di cuenta de que era cierto. No tenía porque sentirme mal conmigo misma por ‘tener’ y por ‘ser’. Crecí 10 centímetros y me vi más alta, como dice una amiga cuando se siente bien. 

Javier me pidió el teléfono del colegio y el correo electrónico. Y un par de días más. Él se comunicaría personalmente con los directivos para relatar mi situación y exigir una solución.

Nos comunicamos una vez más y Javier me pidió: 

‘- Te va a llamar el director. Atendelo, dale’. 

El mismo director que ni me miraba, pedía que lo atienda. Así fue. El director me avisó que había una sanción para tres de los acosadores (los cabecillas). Los demás, ‘avisados’. 

Corté con el director, bajé a comer con mis papás y mi hermano. No conté nada y subí a dormir. Pasé de largo y no fui a la escuela porque me desperté a las 14 horas. El teléfono no me avisó de ningún mensaje. Mi mamá me dejó dormir. Me desperté despeinada y me miré al espejo. ¡Y me gusté! ¿Por qué habría de irme? Javier tenía razón, la belleza es una bendición, no una maldición.

Hoy volví a la escuela. Ya no me duele la espalda ni tengo problemas para dormir. Mis compañeros me tratan con respeto y un poco de temor y mis compañeras, bajaron un cambio. Estoy pensando en el viaje de egresados. Sigo leyendo a Becquer. Y me gusta como soy.

¡SIMPLEMENTE: GRACIAS POR AYUDARME!

¿Luisana Lopilato, Bullying Sin Fronteras y Javier, sabrán alguna vez que me ayudaron a vivir? 

Lara M. N. Lavallol. Lomas de Zamora.

Provincia de Buenos Aires

REPÚBLICA ARGENTINA. 

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