La estructura familiar

La familia es considerada el principal sistema de socialización. Dentro de este ambiente se establecen las primeras pautas sociales, valores y modelos a lo largo de la infancia y adolescencia.

Los miembros de esta familia resultan las primeras figuras de interacción para los más pequeños con quienes, de cierta forma, practican previamente a la apertura al mundo exterior.

La principal función de las figuras de cuidado será satisfacer las múltiples necesidades de los menores: una adecuada alimentación, cuidados corporales, protección, necesidades cognitivas, emocionales y socioculturales. Estos aspectos se relacionan e implican un clima de respeto y seguridad en el hogar.

Más concretamente, se distinguen cinco funciones dentro de la estructura familiar:

Funciones para un desarrollo saludable

  • Función nutritiva: una alimentación nutritiva que garantice un desarrollo físico y mental saludable de los menores.
  • Función educativa: normas y reglas correspondientes al hogar, como la relación y convivencia, educación y respeto, valores y ética… Estos modelos familiares influirán en las maneras que tengan a posteriori de vincularse fuera del entorno familiar.
  • Función sociabilizadora: los modelos de aprendizaje únicamente en lo referente a las experiencias relacionales. Cada familia y/o cultura posee una estrategia para vivir de forma respetuosa y adaptada en la sociedad. Esta función posee gran peso en la construcción de la identidad del niño o la niña. La familia no deja de ser el reflejo de la sociedad externa y es lo que éstos y éstas pueden percibir y observar.
  • Función protectora: existe una cierta dependencia del apoyo paterno y/o materno en cuanto a la inmadurez propia al nacimiento. Por un lado, en lo referente a los contextos externos (desconocimiento de lugares) y por otro, en relación con los riesgos propios al desarrollo evolutivo y crecimiento (enfermedades).
  • Función resiliente: la resiliencia se considera la capacidad para hacer frente a los desafíos de la vida. La maternidad o paternidad adecuada, es decir, que cumpla estos requisitos que se están describiendo, supone un factor de protección que estimula su desarrollo.

Esta forma de crianza ayuda en la construcción de un autoconcepto y autoestima infantil saludable, es decir, con una mayor probabilidad de afrontar adversidades y de sentirse personas dignas y con derecho a ser respetadas y ayudadas.

¿Qué problemas suelen encontrar las familias primerizas?

Ser madre o padre se traduce en un proceso de constante aprendizaje. Se podría decir que no hay unas reglas escritas que expliquen cómo poder ser losmejores en esta materia. Pese a las ya descritas funciones básicas de este rol parental , las necesidades y demandas de cada niño y niña también van a ser muy variables.

Por ende, y ante la incertidumbre e inexperiencia en este proceso, se pueden dar dificultades en la maternidad tales como:

  • Miedos relacionados con “ser un/a buen/a padre/madre”
  • Ansiedad o depresión ante esta nueva situación que nunca antes se ha vivenciado
  • Problemas secundarios durante la crianza como: alteraciones en el sueño, en el peso o en el humor
  • Dificultades con la pareja (si la hubiera) para lidiar con las nuevas responsabilidades
  • Menor tiempo para el autocuidado y su incidencia en el estado anímico

¿Cuáles son las causas de estos problemas?

Nuevas responsabilidades

Los miembros de las familias trabajadoras poseen mayores obstáculos a la hora de adentrase en esta crianza. Los niveles de estrés bajo estas circunstancias, el peso de las diversas responsabilidades del puesto laboral sumando a la inexperiencia en la crianza generan altos niveles de estrés. Concretamente, la estructura del día a día requiere de una remodelación donde estas responsabilidades se dividen, se modifican o cambian su intensidad, ahora la prioridad es el hijo.

Tal y como hemos explicado, esta inexperiencia en la crianza resulta un importante factor de riesgo en familias primerizas. En este punto, la presencia de allegados o familia extensa disponible y cercana durante el momento del posparto es considero un apoyo fundamental en la reducción de estos niveles de estrés en padres y madres primerizos. No obstante, esta posibilidad no es siempre una opción y en ocasiones, las ayudas son muy escasas.

Cuestión de recursos

Otro aspecto destacable relacionado con la llegada del primer bebé se vincula con el esfuerzo económico que supone. Ya no se trata únicamente de los gastos más físicos (alimento, ropa…) o materiales (cunas, coches, sillas…) sino de todos aquellos servicios públicos y de salud (médicos, educación…). Cuando la renta del hogar no es del todo estable, la desregulación de las emociones negativas puede verse aumentada, ya que, se frecuentan estados de frustración o impotencia ante esta falta de recursos.

En última instancia, cabría destacar la importancia de la edad evolutiva y madurativa de quienes conciben nuevos hijos e hijas, siendo la adolescencia temprana un periodo de alto riesgo. Si este articulo describe las dificultades adultas actuales de la crianza, se entiende que en edades donde aun no se poseen las facultades necesarias para a crianza, los riesgos se ven aumentados exponencialmente. Los adolescentes, normalmente, mantienen otro tipo de prioridades y responsabilidades lejos de la crianza de un niño. Por ello, existe mayor probabilidad de que, las necesidades básicas y funciones ya descritas no se vean satisfechas ante padres y madres adolescentes.

¿Existe alguna dificultad más frecuente?

Muchos de los factores detallados remiten a temas de estrés, miedos o en general, a un ánimo desregulado como consecuencia del nuevo y desconocido contexto de “ser padres y/o madres primerizo/as”.

En esta línea, hablaremos de una situación que reuniendo estos elementos psicológicos se centra concretamente en la mujer.

La depresión postparto

El DMS-5 define la depresión postparto (DPP) como un episodio de depresión mayor que ocurre durante los cuatro primeros meses de postparto, pero susceptible de alargarse en el tiempo. Actualmente, trata de una alteración psíquica muy frecuente debido a que las demandas del entorno son cada vez mayores y más exigentes. Conforme la sociedad evoluciona y sus estímulos se multiplican, aumenta la probabilidad de encontrar altos niveles de estrés y su consecuente demanda de regulación.

Como se ha explicitado en otros apartados, las mujeres, en este caso, experimentan un gran cambio con el embarazo tanto a nivel social como psicológico y hormonal. Existen ciertas actitudes que favorecen una aparición de estados de ánimo desregulados para sobrellevar este cambio vital:

  • La idealización o expectativas sobre el rol materno y consecuente confrontación de las mismas.
  • Personalidades o tendencias con alta necesidad de control, elevada autocrítica o autoexigencia.
  • La falta de apoyo por parte del entorno social próximo.
  • Antecedentes de ansiedad o depresión previas al parto.

¿Qué se puede hacer para solucionarlo?

Pese a que se hayan presentado ciertas funciones específicas necesarias para un saludable desarrollo infantil, éste no se encuentra cerrado a las influencias externas sino todo lo contrario.

El niño o la niña se adentra en un mundo externo donde comienza a suplir otra serie de necesidades diferentes que las que se dan en el contexto familiar. De esta forma, la educación y proyección de responsabilidad no recae únicamente sobre las familias. Los más pequeños salen a socializar en nuevos entornos como el colegio, la guardería, parques, etc. conectando con nuevos modelos adultos y también de iguales.

En este sentido, la atención, los cuidados y la estimulación ya no proviene únicamente del hogar y queda en cierto aspecto, fuera del control de las familias. Las interacciones que se vayan dando entre niño/a y estimulo externo ya no son mediadas por sus progenitores.

La importancia de la autonomía

Con todo ello, diremos que el desarrollo de la autonomía en este momento “salida al mundo externo” resulta crucial para la garantía de un bienestar futuro. Los más pequeños necesitan ser partícipes y aprender a satisfacer sus necesidades, comenzando a ser agentes activos en su día a día. Poco a poco y con la ayuda y el apoyo de la red familiar este proceso debe llevarse a cabo.

De la mano de un “calendario madurativo” las responsabilidades y demandas de los menores irán creciendo, abriendo puertas de nuevos aprendizajes e interacciones. La familia guía, ayuda y refuerza en este camino teniendo en cuenta que ya no todo puede estar sujeto a su control visual. No obstante, no hay una forma mejor que todas las demás de estimular a los más pequeños. En función de cada caso habrá unas estrategias que sintonicen mejor con las necesidades y características personales de cada uno/a.

¿Cómo se puede ayudar desde la psicología?

Teniendo en cuenta que hablamos de miedos y expectativas además de signos vinculados a la ansiedad y la depresión, se considera abordar estos casos desde:

  • La reestucturación cognitiva si existen pensamientos disfuncionales que bloqueen esta crianza saludable.
  • La activación conductual en el caso de depresiones mayores.
  • La terapia enfocada en la emoción observando las funciones adaptativas de las mismas para garantizar la supervivencia y la reacción a este nuevo contexto paterno y materno.

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