Qué es la fatiga crónica

La fatiga crónica es un tipo de trastorno psicosomático que se caracteriza por la presencia de cansancio tanto físico como mental que se manifiesta de forma intensa y debilitando al paciente. En consecuencia, esta sintomatología influye y dificulta en el desarrollo adecuado y funcional de las actividades cotidianas, tanto físicas como intelectuales, de quienes lo padecen.

Para considerar un diagnóstico de fatiga crónica, se deben mantener estas características durante mínimo 6 meses de manera persistente. Además, la sintomatología no puede remitir con el descanso y normalmente, se ve empeorada cuando se quien la padece ha de enfrentar una actividad física o mental.

El termino “crónica” se debe a que, según su duración, se han establecido cuatro criterios dentro de la fatiga, siendo:

  • Fatiga aguda (< 1 semana)
  • Fatiga transitoria (< 1 mes)
  • Fatiga prolongada (> 1 mes)
  • Fatiga crónica (> 6 meses)

Un aspecto a destacar dentro de este diagnóstico se relaciona con la sensación subjetiva de la fatiga. Resulta complicado cuantificar dicho síntoma, ya que, el umbral de dolor o de fatiga en los y las pacientes es variable y personal. Asimismo, la expresión de esta sensación puede ser expresada de muy diversas maneras.

Desde un punto de vista clínico, la metodología principal evaluaría las principales características asociadas a la fatiga junto a las situaciones en las que es más probable que tenga lugar. No obstante, y en base a lo descrito, será también primordial conocer el contexto y las circunstancias de la persona evaluada, con el fin de valorar las particularidades del paciente en su expresión y sensación sintomatológica.

A qué se debe la fatiga crónica

Actualmente,existe gran controversia en lo relacionado con el origen de la fatiga crónica. Existen autores y autoras que atribuyen su etiología con enfermedades víricas.

Esta posición considera que, tras la fase aguda de dicha enfermedad, los pacientes no consiguen recuperarse al 100% quedando su sistema inmunológico débil y vulnerable. La condición viral queda latente por lo que, el desarrollo de inflamaciones propias de este estilo de enfermedades que luchan y reaccionan ante las infecciones, no cesan. La sintomatología relacionada con la fiebre, el dolor muscular, la odinofagia se mantiene e incluso aumenta. Esta teoría ofrece una explicación sobre la inflamatoria crónica y las frecuentes infecciones presentes en quienes padecen fatiga crónica.

Otras investigaciones han relacionado este diagnóstico con alteraciones neurohormonales, que afectan sobre todo al eje adrenocortical y tiroideo. Un déficit en estas áreas puede acarrear un aumento de la sensación subjetiva de fatiga, hipotiroidismo, inestabilidad motriz y lipotimias.

En ultima instancia, se han encontrado evidencias de su correlación con los trastornos del estado de ánimo. Muchos de los y las pacientes que presentaban un cuadro clínico de fatiga crónica poseían antecedentes relacionados con la depresión, la ansiedad o problemas de tipo conductual.  

Principales síntomas de la fatiga crónica

  • Cansancio (incluso aunque se descanse de forma adecuada)
  • Falta de energía
  • Debilidad
  • Adinamia o intolerancia al ejercicio
  • Insomnio o dificultades para dormir
  • Implicaciones en la memoria y la cognición: desconcentración, pensamiento lento, dificultad para retener y recordar.
  • Cefaleas y dolores de cabeza
  • Aturdimientos y mareos
  • Dolor muscular, articular y abdominal
  • Pérdida de peso
  • Odinofagia: deglución de los alimentos complicada y dolorosa
  • Inflamación de los ganglios linfáticos
  • Febrícula y sudación
  • Alteración del estado anímico

Dentro de los síntomas de dolor o fatiga muscular, su aparición post esfuerzo debe perdurar durante más de 24h. Además, cabe subrayar, que esta fatiga puede confundirse, en ocasiones, con un desánimo. Se ha de diferenciar la sintomatología propia de la fatiga crónica con la de otros trastornos de ánimo.

Tipos de fatiga crónica

Actualmente, no se conoce una tipología concreta dentro del diagnóstico de fatiga crónica debido a su heterogeneidad en la expresión y medición de sus síntomas.

Sin embargo, existen autores y autoras que han investigado y propuesto algunas clasificaciones:

Por su parte, Qanneta et al. (2013) analiza las condiciones clínicas de una muestra de 199 pacientes diagnosticados de fatiga crónica y propone cuatro grupos:

  • Grupo I: Fatiga Crónica Primario o Pura.
  • Grupo II: Fatiga Crónica Idiopática (sin causa reconocible)
  • Grupo IIIa: Fatiga Crónica Secundario asociado a enfermedades autoinmunes.
  • Grupo IIIb: Fatiga Crónica Secundario asociado a otras enfermedades médicas.
  • Grupo IIIc: Fatiga Crónica Secundario asociado a anomalías psicopatológicas.

Por otro lado, Kerr, J.R. et al. (2008) diferencian siete subtipos dentro de la fatiga crónica:

  • El primero provoca altos niveles de ansiedad, dolor e insomnio.
  • El segundo se focaliza más en la fatiga tras el ejercicio, el dolor muscular y articular.
  • El tercero se vincula con la modalidad más suave o moderada.
  • El cuarto sería una mezcla entre el primero y el segundo. Una serie de dolores musculares e insomnio que se manifiestan debilitando a la persona que lo padece.
  • El quinto se vincula más a las dificultades estomacales y dolores musculares y abdominales.
  • El sexto sería el que Qanneta et al. (2013) reconoce como la fatiga pura.
  • El séptimo origina una sintomatología más aguda relacionada con cefaleas y jaquecas.

Los autores y autoras determinan los subgrupos número cuatro y seis como los más frecuentes.  

Tratamiento de la fatiga crónica

De forma prioritaria y con el fin realizar una correcta y completa intervención, se recomienda realizar una evaluación multidisciplinaria. Para ello, habrá que analizar las áreas familiares, médicas (enfermedades asociadas) psicológicas y sociales. Asimismo, para concretar el estudio de la sintomatología se propone indagar en la temporalidad, duración y forma de expresión de la misma.

Diversas investigaciones afirman no existir un tratamiento estrella en el abordaje de este estilo de diagnósticos. No obstante, se recomienda comenzar regulando la sintomatología típica y que genera malestar de forma diaria en el o la paciente.

Manejo del malestar post esfuerzo  

Se recomienda intervenir mediante la introducción gradual a actividades físicas. Resulta prioritario valorar y establecer tiempos de descanso y niveles de exigencia en función de las circunstancias de cada paciente. En ocasiones, la ejecución de ciertas tareas puede ser muy compleja por lo que evitando que germinen emociones desmotivadoras como la frustración, se recomienda dividirla en otras más sencillas. Por todo ello, se recomienda establecer y planificar un horario que recoja todas las graduaciones y tiempos de las tareas con la ayuda del o la terapeuta y equipo fisioterapeuta.

Manejo de los problemas de sueño

Se plantea empezar una intervención haciendo uso de herramientas cognitivo conductuales para luchar contra las barreras que impiden un sueño reparador. Sin embargo y teniendo en cuenta esta importancia en el descanso, cuando las medidas más cognitivo, conductuales y de relajación fisiológica no funcionan se puede llegar a introducir herramientas de índole farmacológico. Mantener unos adecuados hábitos de sueño se considera una de las más relevantes mediad para paliar la fatiga.

Pese a ello, se ha de mantener precaución con el uso de medicamentos tales como los ansiolíticos ya que, también debilitan más el sistema muscular del o la paciente. Con otras palabras, favorece la distensión del cuerpo para alcanzar antes el sueño pero tiene un efecto negativo en el tratamiento de la fatiga al favorecer esta debilidad muscular.

Manejo del dolor muscular y articular

Existen evidencias sobre los efectos de medicamentos antiinflamatorios no esteroides (AINE) para paliar este dolor. No obstante, su efecto queda reducido al grupo muscular y no a la fatiga en su globalidad. Así, se estima este empleo como un complemento en la intervención del resto de sintomatología de los y las pacientes. Cierto es que trabajar este malestar resulta crucial, teniendo en cuenta que muchos de los dolores articulares dificultan la mejora de otras consecuencias dentro de este diagnóstico. Si el dolor no desaparece no se podrá tratar de forma adecuada las cefaleas, el sueño, la ansiedad o la depresión.

El dolor crónico también hace uso de métodos fisioterapéuticos como las terapias de estiramiento y movimiento, masajes con diferentes temperaturas, tonificación e hidroterapia.

Manejo del estrés, la depresión o la ansiedad

De nuevo, será interesante priorizar el uso de técnicas cognitivo-conductuales y de psicoeducación frente a la posible ansiedad que este conllevando el manejo de la fatiga en sí misma. Las personas que sufren este estilo de problemáticas suelen tender a desarrollar sentimientos de desesperación y malestar asociados a episodios de ansiedad. En ocasiones, se marca el uso de medicamentos antidepresivos y ansiolíticos, siempre bajo prescripción médica.

Manejo de los mareos y las cefaleas

De la misma forma que ocurre con los dolores musculares, el uso de medicamentos antiinflamatorios no esteroides (AINE) mejora las migrañas, pero no cesa la fatiga en su integridad.

En suma, diferentes estudios han estimado una mala tolerancia al tratamiento mediante fármacos para la fatiga crónica. Se considera un diagnóstico muy flexible y con una sintomatología muy diversa, por lo que, el empleo de cierto grupo de medicamentos a veces, favorece un síntoma, pero perjudica a otro.

En general, se habla de un pronostico con periodos de mejoría y de recaídas inesperadas, aunque pocas veces, se observan retrocesos y deterioros graves.

Referencias

American Psychological Association [APA]. (2013). Manual de diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM-5). Editorial Medica Panamericana.

Fernández, J. (2002). El síndrome de fatiga crónica. Medicina Integral, 40(2), 56-63.

F. J. Barbado Hernández, J. Gómez Cerezo, M. López Rodríguez, J. J. Vázquez Rodríguez. (2006). El síndrome de fatiga crónica y su diagnóstico en Medicina Interna. Anales de medicina interna, 23(5), 238-244.

Qanneta, R., Fontova, R. Poveda, M.J. y Castro, S. (2013). Tipología clínica del síndrome de fatiga crónica: hipótesis clasificatoria. Reumatología Clínica, 10 (2), 132-133.

Kerr, J.R., Petty. R., Burke, B., Gough, J., Fear, D., Sinclair, L.I et al. (2008). Gene expression subtypes in patients with chronic fatigue syndrome/myalgic encephalomyelitis. Journal of  Infectious Diseases, 197(8), 11, 71–84.

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