El “International Classification of Diseases 11th” (ICD-11) define el dolor crónico como “aquel dolor persistente o recurrente que dura más de 3 meses”. Por su lado, la «Asociación Internacional para el Estudio del Dolor» (IASP) define este mismo como «el dolor que persiste una vez pasado el período normal de cicatrización”. Se trata de una afección compleja, que puede tener tanto desencadenantes fisiológicos como psicológicos, por lo que en ocasiones se encuadra también dentro de los denominados trastornos psicosomáticos.

Qué es el dolor

El dolor se define como una experiencia emocional y sensorial desagradable, asociada a un daño físico o psicológico. Su manifestación puede darse de forma aguda (puntual) o crónica (prolongada).

Dolor agudo

En este caso, el dolor posee una función adaptativa y protectora porque nos advierte sobre algún suceso que no funciona adecuadamente y nos genera malestar.

En consecuencia, esta alerta nos empuja a buscar una ayuda o una solución fomentando un proceso de recuperación. Cuando se deja de percibir dolor, el cuerpo avisa proyectando alarmas de bienestar o mejoría al encontrarse en un estado adecuado para retomar nuestras actividades.

Por otro lado, la función del dolor no se ubica únicamente en el presente ya que, en ocasiones, nos recuerda eventos y situaciones amenazantes del pasado. El dolor nos enseña qué es lo que debemos evitar en el futuro y nos hace actuar para acabar con la causa del dolor.

Dolor crónico

Como se ha descrito, la función protectora del dolor agudo es limitada en el tiempo finalizando cuando la herida se sana o la enfermedad se cura. Sin embargo, el dolor crónico sobrepasa este límite funcional y persiste en el tiempo transformándose en algo patológico y generando mucho más malestar.

Si este diagnóstico de dolor crónico resulta tan severo e incluso intratable supone una serie de secuelas en el o la individuo de índole emocional. Muchos y muchas pacientes acaban por desarrollar alteraciones en el ánimo (ansiedad, estrés o sufrimiento).

Causas del dolor crónico

El origen de los diagnósticos por dolor crónico se verá determinado o influenciado por aquella zona u órgano que se ha visto lesionado o infectado. Asimismo, las causas se pueden vincular con enfermedades de larga duración como la artritis o el cáncer. Nuevamente, se concluye una importante diferencia entre casos, encontrando además de diversidad de síntomas, diversidad de causas en función del daño o dolor existente.

En algunos casos, puede que incluso no se de una causa clara. Los factores ambientales y psicológicos pueden empeorar el dolor crónico.

Síntomas del dolor crónico

En función del tipo de dolor que exista, es decir, de la parte del organismo dañada, existirá un estilo de sintomatología más o menos focalizada en aquella parte alterada. Frecuentemente, este dolor se refleja en diversas partes musculares del cuerpo pudiendo centrase por jemplo, en la cabeza, en la espalda, en las articulaciones y otras zonas del cuerpo.

Asimismo, y como se ha especificado, la intensidad de dolencia varía de una persona a otra. Estas diferencias se describen en base a los siguientes patrones: rigidez, dolor punzante, opresión, palpitación, ardor, etc.

A nivel psicológico, se consideran una lista de posibles consecuencias ante diagnósticos de dolor crónico:

  • Ansiedad y depresión
  • Baja autoestima
  • Alteraciones del sueño, del apetito, de la lívido
  • Pérdida del bienestar vital
  • Juicio de realidad alterado
  • Temores asociados
  • Ideas y creencias catastróficas en torno a la situación
  • Rumiación
  • Tendencia obsesiva

Tipos de dolor crónico

Dependiendo del órgano afectado y de las características del dolor, el International Classification of Diseases 11th” (ICD-11)  diferencia 7 tipos:

  • Dolor crónico primario
  • Dolor crónico oncológico
  • Dolor crónico post quirúrgico y post traumático
  • Dolor crónico neuropático
  • Dolor crónico orofacial y cefálico
  • Dolor crónico visceral
  • Dolor crónico músculo esquelético

Tratamiento del dolor crónico

Importancia del proceso evaluativo

A la hora de tratar un diagnóstico por dolor crónico, se recomienda plantear y especificar el cuadro clínico concreto de cada paciente. No existe una modalidad adecuada para todos los tipos de dolor, por lo que, dependiendo de cada caso, se hará uso de una metodología más o menos elaborada. Además, al estar examinando una experiencia subjetiva, resulta complejo hacer uso de métodos y técnicas objetivas a la hora de la evaluación clínica.

Cabe destacar la importancia de dar con el adecuado y específico tipo de tratamiento en cada persona teniendo en cuenta las alteraciones emergentes si no se hace. Algunos estudios consideran consecuencias como la cronificación del problema, dificultades psicosociales severas, respuestas psicológicas disfuncionales, etc. La causa de estas secuelas se relaciona con que la persona que padece dolor no encuentra sentido al mismo. La funcionalidad orgánica de esta respuesta pierde su objetivo generando únicamente un malestar permanente.

Enfoque multidimensional

De forma genérica, la integración y cooperación de terapias y equipos de intervención será la opción más adecuada para establecer el diagnóstico y configurar el plan de tratamiento. Dentro de esta concepción multidisciplinar podemos encontrar: la anestesiología, la fisiatría y rehabilitación, la psiquiatría, la psicología, la neurología, la traumatología o la odontología. Todas ellas poseen el mismo objetivo de sanar el dolor, siempre dependiendo de donde se encuentra el foco o los focos en cada paciente.

Psicoterapias: El miedo o la desesperación resultan respuestas características frente al dolor crónico. Cada vez más, se acepta la inclusión de factores tanto orgánicos, como psicológicos y socioculturales en los diagnostico por dolor crónico. El tratamiento cognitivo-conductual resulta fundamental para el manejo y comprensión del dolor. Las intervenciones psicoterapéuticas pueden ir desde terapias de apoyo, terapia cognitivo conductual, terapia interpersonal, intervenciones familiares y/o de parejas.

Psicofármacos: si los y las pacientes poseen sintomatología ligada al insomnio, la angustia o la ansiedad de forma patología se puede considerar el uso de antidepresivos ansiolíticos, benzodiacepinas (potencial adictivo) o algunos neuromoduladores como duloxetina y gabapentiniodes.

Otras intervenciones: a modo de complemento o apoyo, también se pueden incluir terapias de autoayuda, fisioterapia, terapia física, mindfulnes, quiropraxia, acupuntura, hipnosis y aromaterapia.

Referencias

Cid, J., Acuña, J.P., de Andrés, J., Díaz, L. y Gómez-Caro, L (2014) ¿Qué y cómo evaluar al paciente con dolor crónico? Evaluación del paciente con dolor crónico. Revista Médica Clínica Las Condes, 25(4), 687-697.

Ortiz, L. y Velasco, M. (2017). Dolor crónica y psiquiatría. Revista Médica Clínica Las Condes,28(6) 866-873.

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