El testimonio de Paula. (18)

Buenos Aires. REPÚBLICA ARGENTINA.

Hola. Me llamo Paula, estoy cursando quinto año en un colegio privado del barrio de Palermo. Cuando tenía 13 años me diagnosticaron que me encuentro dentro del espectro Asperger. Es decir que algunas cosas se me dan muy bien e incluso mejor que a la mayoría como escribir y dibujar y otras como relacionarme se me dan bastante mal. Para peor, soy un año más grande que mis compañeros y compañeras porque repetí el primer año. E incluso como me dicen ellos mismos y escucho por la calle, soy un poco más grande que lo que sería mi edad biológica. No voy al gimnasio pero amo andar en roller con los auriculares puestos y lo hago desde que tenía 12 años, con lo que he desarrollado un poco, pero no mucho más que mi mamá que tiene 39 años y muchos creen que es mi hermana. Otra chica que creen que es mi hermana es Romina Malaspina. Nos parecemos de cara y de cuerpo. Si bien parecería que eso ayuda, en realidad a mi solo me trajo problemas, problemas y problemas. 

En el colegio mis compañeros no me respetan, tal como lo hacen con el resto de las chicas y debo pararlos todos los días. Y las chicas no me quieren o simplemente me detestan. Algo que no pasaba en primero y segundo año. Con el viaje de egresados en la mente, terminamos el 2022. En el comienzo de 2023 y con las ganas de terminar el secundario para comenzar la carrera de medicina y luego psiquiatría en la U.B.A. como mi papá.

El primer día de clases me reencontré con mis compañeros y compañeras y fue una vez más el: 

‘ahí viene la Malaspina’, 

‘Romina hacenos un vivo para Instagram en bikini fucsia’ 

y cosas así. Ya estaba acostumbrada desde el año pasado pero este 2023 fue muy duro para mi. Me pasé el verano estudiando matemática porque la di mal en diciembre y marzo era mi única salvación. Realmente no entiendo matemática y no entiendo para qué la incluyen como materia pero es así y hay que aprobarla. Por fortuna en marzo di con un profesor nuevo que me dijo; » – Con esa imagen que tenés y con la forma en que te expresás, no vas a tener problemas en la vida con no saber matemática. También hay calculadoras’ y me aprobó.

El viaje de egresados a Tulum:

Desde el año pasado nadie me quiere en el viaje de egresados que haremos en el mes de septiembre  a Tulum, México. Mis compañeras me pidieron amablemente que no vaya y mis compañeros, por el contrario, todo el tiempo me preguntan si voy a ir. Decidí no ir para evitar conflictos pero eso desencadenó ilógicamente, conflictos mayores. Mis compañeros acusaron a mis compañeras de hacerme la cabeza para que no vaya y como resultado, Carolina mi única amiga, también se ofendió y nadie me habla. 

Es muy duro hablar poco y que todos quieran hablarte. Pero es más duro aún que nadie quiera hablar contigo. Es una experiencia supranormal que no había vivido nunca. Solo me hablan los profesores, el resto es silencio. En particular los recreos. Marzo se hizo de chicle y lo hablé con mis padres. Mi papá me aconsejó seguir y terminar y mi mamá; simplemente me dijo que aprenda a soportar. En la vida hay que soportar todo tipo de injusticias.

El peligro de las decisiones desesperadas:

Sin embargo se me hizo tremendamente difícil. Es por eso que a fines de marzo busqué una tableta de diazepam de mi mamá y me la bajé entera. Me metí en la bañera y como había leído en internet, esperé a dormirme para siempre. No resultó tan sencillo porque al rato de tomar las 10 píldoras tuve nauseas y comencé a vomitar. Entró mi mamá, se armó el drama. Llamaron a una ambulancia y terminé en urgencias del Hospital Fernández y luego en el Sanatorio de los Arcos por la obra social. En el Fernández habían activado el protocolo de suicidios y al otro día de llegar a casa, tuve que conversar con una oficial de la Policía de la Ciudad. No resultó mala ni impertinente como yo esperaba. Hizo un par de preguntas de rigor que no viene al caso contar pero seguramente se imaginan y antes de irse nos dijo a mi mamá y a mi:  

‘ – ¿Por qué no le escriben a Bullying Sin Fronteras? Hace unos días hubo un caso similar en la zona y el chico afectado está mucho mejor, gracias a ellos. Incluso regreso a la escuela’.

Mi mamá tomó nota y de inmediato agarró la tablet y escribió algo parecido al testamento de Carlomagno. ‘¡Pobre de aquel o de aquella que lea esto!’, pensé. Va a tardar una semana al menos en entenderlo. Le dije adios a mis compañeros y compañeras y me instalé frente a mis libros. Castigada y sin pantallas.

Me sorprendió mi mamá cuando al día siguiente me dijo que la gente de Bullying Sin Fronteras había contestado. Y querían hablar conmigo por Zoom. Le comentaron a mamá que en América Latina, particularmente en Argentina y México y también en España, desde el mes octubre de 2022 hay una verdadera situación de emergencia con relación al bullying. Los casos se suman y las autoridades escolares de todos los países, miran de soslayo. Solo las ONGs están poniendo el hombro para resolverlo. 

Si había tantos casos, el mío no era el único, pensé. Si era así, no era justo ser dura conmigo misma. Decidí entonces que no solo tendría la entrevista con Bullying Sin Fronteras, sino que también pondría mi mejor esfuerzo en intentar resolver la situación. Mis padres lo merecían y yo también. 

Al día siguiente hablamos con el Director de B.S.F., el Dr. Javier Miglino. Comenzó hablando mi mamá, mi papá no quería estar. 

En ese momento, Javier le dijo a mamá:

» – Perdón, Tamara (que así se llama mi madre), pero quiero escuchar a Paula». Eso me gustó. Lo primero que me preguntó cuando iba a empezar fue un: ‘- ¿cómo estás? Pero no un ‘cómo estás’, habitual. Un ‘cómo estás’, sincero, cercano. No pude más y me puse a llorar. Todo lo que había pensado que iba a decir se me fue. Cortamos 10 minutos para que me calme y volvimos a conectarnos. Ahora sí podía hablar. Le conté a Javier que me pasaba, mi parecido con Romina, mi forma de hablar. Mi cero en matemática y en relaciones sociales. La bronca que desperté por no ir al viaje de egresados y la angustia de sentir que por ser un poco más linda que la media, debía pagar por ello. 

LA BELLEZA NO ES UN CRIMEN:

» – La belleza no es un crimen, Paula», me dijo. Y me desarmó.

» – Romina Malaspina no solo es  bellísima sino también muy inteligente. Lo demostró cuando condujo un programa de noticias que dejó porque se aburrió y me consta que la gente del canal aún la extraña. Tiene la misma facilidad que vos para expresarse y eso es inteligencia en estado sólido. No es lo mismo abrir la boca que decir algo valioso».

No se si fueron las palabras que me dijo o el tono que utilizó pero sabía que volvería al colegio, terminaría y olvidaría este episodio para siempre o mejor aún, lo recordaría para tener valor ante las próximas adversidades, que seguramente llegarán.

Javier nos pidió el teléfono del colegio. Se comunicó al día siguiente. En el colegio estaban al tanto de lo que había ocurrido y estaban consternados pero la llamada de Javier y la posibilidad de que se haga público, los volvió sumamente comprensivos conmigo.

Fuimos con mamá y nos recibió el director y sus colaboradores, más la docente que oficia de consejera del curso. Se comprometieron a que ‘la ley del hielo’, como bautizaron en Bullying Sin Fronteras, el comportamiento de cerrar la boca ante una persona para aislarla y dañarla; cedería de inmediato. Me acompañarían y me cuidarían.

El bien triunfa:

Regresé a clases y así fue. Mis compañeros me hablan y me respetan. Mis compañeras también. Volví a ser amiga de Carolina y voy a ir al viaje de egresados. Incluso subí a Instagram una foto con la bikini que me voy a estrenar allá. Y todo fueron comentarios de buenos a muy buenos. No hubo ataques ni groserías. 

Algo cambió en ellos y algo cambió en mi

.

Mi mamá me pidió que lo cuente porque puede ayudar a otras chicas.  Y yo quiero contarlo porque me siento felíz.

Tiene razón Javier, la belleza no es un crimen. Romina Malaspina, él y Bullying Sin Fronteras, me dieron ganas de vivir.

Paula. 

Buenos Aires.

República Argentina. 

Puedes enviarnos tu testimonio al correo electrónico:

bullyingsinfronteras@gmail.com

Adjunta una imagen de una hoja con tu firma o la de alguno de tus padres, si tienes menos de 18 años. En la hoja de papel en blanco debe decir: AUTORIZO A BULLYING SIN FRONTERAS A REALIZAR LA PUBLICACIÓN DE MI TESTIMONIO. SIEMPRE 

SALVAGUARDANDO MI IDENTIDAD.

Un teléfono de contacto es suficiente para que podamos chequear la información.

Por último, por razones de espacio, no podemos publicar todos los testimonios.

EQUIPO MULTIDISCIPLINARIO INTERNACIONAL.

ONG INTERNACIONAL BULLYING SIN FRONTERAS

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