Qué es la adicción al móvil

La adicción al móvil y en general, a las tecnologías, consiste en un tema de actualidad teniendo en cuenta potente recurso que suponen a nivel social. A diferencia de otras adicciones sin sustancia, no existe una definición que describa esta conducta en manuales como el DSM-5 o en clasificaciones internacionales como la OMS.

Sin embargo, se ha acuñado un término para identificar esta adicción al teléfono móvil, la nomofobia. Se considera la presencia de un miedo irracional a perder el control sobre dicho dispositivo, que éste desaparezca o a que alguna de sus funciones falle, como, por ejemplo, la conexión a Internet.

La nomofobia ha ido creciendo exponencialmente en los últimos años teniendo en cuenta la mayor facilidad para adquirir un móvil o un «smartphone” junto a su normalizado y rutinario uso.

A qué se debe esta adicción

El teléfono móvil ha sufrido una importante transformación desde su nacimiento en 1973 hasta el día de hoy. Se podría decir que su objetivo primario pudo ser establecer una comunicación sin depender de un cable eléctrico, estático e inamovible que se hallaba conectado a una red telefónica.

Actualmente, las funciones del dispositivo se han multiplicado y los denominados “smartphones” no solo nos ayudan a comunicarnos, sino que son nuestro despertador, agenda, correo, periódico, cámara de fotos… ejerciendo incluso de mini ordenadores.

¿Qué consecuencias implica esta multifuncionalidad?

En primer lugar, la dependencia a las nuevas tecnologías que la población ha generado aumenta conforme sus funcionalidades se ven ampliadas. De alguna forma, las personas reducen el uso de varios aparatos a uno solo, pero al mismo tiempo, delegan una cantidad exuberante de información en éste. El riesgo de dicha maniobra implica una enorme responsabilidad sobre un aparato, cuyo funcionamiento o errores no dejan, en ocasiones, de escaparse del control humano. Por ende, cuando nuestro “smartphone” no desempeña sus tareas de forma óptima, las consecuencias suelen estar relacionadas con la frustración, la impaciencia o la irritabilidad.

A fin de cuentas, se confía un poder de ejecución y una información al móvil, el cual, si falla, sitúa a las personas en una situación lejos de la zona de confort, a veces, difícil de manejar sin esta herramienta.

Adolescencia y redes sociales

La adolescencia temprana resulta el colectivo más vulnerable en términos de adicción a las tecnologías, aunque también ocurre con otros comportamientos abusivos como el alcohol o las drogas. El tiempo total diario invertido en tecnologías en jóvenes podría superar las 6 horas diarias, hecho que lo convierte en una conducta nociva y adictiva.

Las redes sociales son, en sus diferentes versiones, las herramientas más consumidas dentro de estos dispositivos “smartphones”. Existen varios factores positivos ligados a su empleo como pueden ser:

  • Aumento de redes interpersonales y de amistad.
  • Promueve proximidad y contacto con personas lejanas.
  • Apertura a grupos y sentimiento de pertenencia al mismo.
  • Identificación y desarrollo de la identidad.

Todos estos aspectos se estiman muy relevantes en la etapa adolescente: la importancia de pertenecer, a un grupo, sentirse valorados y valoradas por el resto, encontrar lugares y espacios donde desarrollar ideas, referentes y modelos, mantener redes de amistad… Por tanto, si las redes sociales y, por ende, garantizan esta fácil accesibilidad y disponibilidad, los y las jóvenes se van a encontrar claramente atrapado/as en estos mundos virtuales.

Las problemáticas en este sentido se van a atribuir a la inexistencia de un equilibrio entre esta “realidades tecnológicas” y la realidad cotidiana. Si un o una adolescente invierte sus tardes encerrado/a en su habitación haciendo un uso excesivo de redes sociales, ¿estaríamos hablando de problemas de aislamiento social al no interactuar de forma ordinaria con las personas pese que lo haga de forma online?

Principales síntomas

En línea con la pregunta del apartado anterior, se va a considerar un uso inadecuado o adictivo de las tecnologías cuando:

  • Inversión desmedida en las tecnologías o “smartphones”.
  • Irritabilidad y emociones de ira o enfado ante el no uso o su extinción.
  • Sensación de dependencia y falta de control sobre estas conductas de uso.
  • Agresividad a la hora de gestionar conflictos.
  • Implicaciones económicas.
  • Ansiedad y/o depresión en momentos de no consumo.
  • Interferencia en la calidad de círculos familiares y de amistad.
  • Trastornos de sueño.
  • Reducción o interrupción de importantes actividades sociales o de ocio.
  • Problemas físicos: muscular cervical, ojos rojos, pérdida de la calidad de la vista, fatiga ocular…

Como sucede con cualquier otra adicción se habla de la existencia de:

  • Tolerancia: aquellos estímulos que en un primer momento resultaban altamente gratificantes como el uso de una sola red social o el empleo de la misma durante 15 minutos deben amplificarse. Con el paso del tiempo, estos 15 minutos o la RRHH ya no resultan igualmente gratificantes. En consecuencia, la persona usuaria del móvil se descarga más aplicaciones, invierte 15 minutos más, luego 1h y así sucesivamente…
  • Abstinencia: ante la imposibilidad de uso de los dispositivos y por lo tanto, de las RRHH, se generan síntomas muy similares al síndrome de abstinencia presente en otras adicciones con sustancia: ansiedad, irritabilidad, malestar, etc.

Tratamiento de la adicción al móvil

Trabajo preventivo

Como se ha expuesto anteriormente, no existe un consenso internacional sobre el carácter adictivo y el uso excesivo del móvil, por lo que, las líneas de tratamiento van a establecerse en función de cada caso.

Sin embargo, se habla de la juventud como la población más afectada por esta problemática, lo cual incita a actuar aproximando las estrategias a estos espacios con el fin comprender el origen de la adicción. Una muy buena herramienta para tratar la nomofobia será hacer uso de campañas y talleres de prevención en contextos compartidos por adolescentes. Se ha de aprovechar este lugar para además de aportar información sobre el tema, escuchar y empatizar con las visiones de estos y estas jóvenes al respecto. Si se logra entender el por qué de tal dependencia, es decir, adecuarse a la generación y edad adicta, podremos apilar más herramientas ya no de prevención sino de intervención.

Educación familiar

Retomando el trabajo preventivo, el objetivo radica en psicoeducar tanto a familias como a jóvenes concienciando sobre los perjuicios a largo plazo que supone un uso inadecuado de las tecnologías. Esta labor se considera crucial no solo en lo concerniente a la instrucción de informaciones sino en la presentación de recursos familiares para saber cómo llevarlo a cabo. La prevención tiene muy en cuenta la educación y el uso responsable de las tecnologías que se cultive en cada hogar, así como, los modelos que se puedan adoptar al respecto en dicho entorno.

Las familias han de estar muy bien informadas en este término con vistas a no infravalorar conductas como que “mi hijo/a coge la tablet para desaburrirse” evitando que este comportamiento perdure y el o la menor no aprenda otra manera para solucionar su aburrimiento en un futuro.

El trabajo preventivo necesita estar a la orden del día teniendo en cuenta el actual conocimiento sobre las secuelas que supone este uso indebido supone en el desarrollo de los y las más pequeñas: la baja tolerancia a la frustración, trastornos de la conducta, escaso desarrollo de la paciencia, aumento del sentimiento de inmediatez, incapacidad para gestionar emociones incomodas, falta de autonomía, baja autoestima en los niños, etc.

Terapia cognitivo-conductual

De la misma forma que ocurre con las demás adicciones, las principales consecuencias nocivas se dan ante un uso abusivo que deriva en la ausencia de control sobre la conducta en sí. Por ello, la atención psicológica que atienda esta demanda se centrara en trabajar esta ausencia de control, es decir, esta desregulación del propio comportamiento que se ha delegado en un aparato de teléfono. La dependencia, la pérdida de control, la responsabilidad y la dependencia serán puntos fundamentales en el proceso terapéutico.

La terapia cognitivo-conductual posee alta eficacia en la intervención de estas necesidades concretas. Este abordaje terapéutico se encarga de analizar los pensamientos y emociones asociadas a la conducta de riesgo y como se ha expuesto, existen implicaciones a nivel anímico promovidas y mantenidas por esta adicción que necesitan de una regulación: mejora de las habilidades sociales, reajuste personal, conductas agresivas, necesidades de validación externa constante, estados depresivos, episodios ansiosos, problemas de identidad…

Referencias

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Vicente-Escudero, J.L., Saura-Garre, P., López-Soler, C., Martínez, A. y Alcántara, M. (2019). Adicción al móvil e internet en adolescentes y su relación con problemas psicopatológicos y variables protectoras. Escritos de Psicología, 12(2), 103-112.

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