Qué es la adicción a las drogas

La American Society of Addiction Medicine (ASAM) y la American Academy of Pain Medicine definen la adicción las drogas como enfermedades primarias, crónicas y neurobiológicas. Más concretamente, se consideran conductas que incluyen problemas de control en el uso de dichas sustancias pese al conocimiento de sus negativas consecuencias. Por su lado, el DSM-5, no habla de “adicciones” sino de trastornos relacionados con sustancias o trastornos adictivos.

Cabe destacar de forma previa, ciertos términos relacionados con el consumo de sustancias:

Conceptos relacionados

La tolerancia tiene lugar a medida que el consumo de una sustancia va aumentando en el tiempo de forma reiterada. En consecuencia, se produce una progresiva disminución de los efectos que conlleva un aumento de la dosis de consumo de la misma para lograr los efectos iniciales.

La dependencia se refiere al estado físico y mental que poseen las personas que necesitan consumir una cierta cantidad de sustancia para mantener su funcionamiento ordinario. Se trata de una dosis requerida que evita el malestar o síndrome de abstinencia en las personas consumidoras.

El síndrome de abstinencia hace referencia, por ende, a la sintomatología que aparece en personas dependientes. Cuando los efectos de la sustancia van desapareciendo, tras dosis elevadas y repetidas de consumo, se produce una sintomatología psicológica y física muy desagradable. Este periodo en el que no se consume no es soportado, indicando la necesidad de volver a consumir para poder funcionar y recuperar un estado no alterado.

Tipos de drogas

Estimulantes: aquellas que aceleran el SNC y en general, el organismo. Su uso se vincula con la reducción de la somnolencia o el aumento de la concentración y la vigilia. En este grupo también se da un frecuente uso relacionado con la diversión y los ambientes nocturnos. Ejemplos de drogas estimulantes serían las anfetaminas, la cocaína o la nicotina.

Depresoras: aquellas que inducen una deceleración de la actividad cerebral y del organismo. Su fin en este caso, no es activar sino sedar, erradicar el dolor, relajar o tranquilizar. Así, encontramos sustancias tales como los barbitúricos, las benzodiazepinas, los opiáceos, los opioides o el alcohol.

Perturbadoras: aquellas que alteran la forma de percibir el mundo externo. Este grupo de sustancias también son denominadas “alucinógenas” y serían el LSD, la mezcalina, el hachís o la marihuana.

A qué se debe la adicción en las drogas

Biología

La herencia genética resulta un factor de riesgo en la aparición de trastornos de adicción, pudiendo existir una predisposición directa ante la presencia de familiares con un historial de adicciones. Sin embargo, también puede ocurrir que en la familia existan otros trastornos mentales potenciales de desarrollar esta dependencia. Por un lado, enfermedades que requieran de un uso prolongado de sustancias y que aumenten el riesgo de adicción o, por otro lado, una sintomatología propia del trastorno, que incluya demandas que inciten a un perfil adicto.

Ambiente

Las circunstancias que rodean la vida de las personas constan de varias partes: familia, redes de amistad, ocupación, estatus económico… Dentro de estos círculos se encuentran factores tales como la presión social, el reconocimiento social, la autoestima, el abuso de poder, la temprana exposición a las drogas, la falta de concienciación relativa a las drogas…

Asimismo, los estados de ánimo desregulados se presentan como agentes que incitan la búsqueda de sustancias con el fin de solventar o sobrellevar el dolor o la molestia emocional. A corto plazo, las sustancias adictivas desencadenan sensaciones de alivio, pero a largo plazo, implican consecuencias mucho más negativas. Se pueden llegar a originar falsos estados de autoconfianza que facilitan el desempeño de actividades o tareas de forma que, sin este consumo, se establecen como metas imposibles. Durante los procesos de deshabituación a las drogas, estos predeterminantes afectivos influyen enormemente en las recaídas, ya que, en cuanto exista una emoción negativa habrá más probabilidad de desencadenar una búsqueda de sustancia.

Desarrollo

Tener en cuenta este ámbito resulta un punto crucial, aunque funciona de forma complementaria con los dos anteriores. Llevar a cabo un inadecuado uso de las drogas resulta nocivo a cualquier edad, no obstante, se le atribuye a las primeras etapas de la adolescencia una connotación más crítica.

Cuando los y las adolescentes se adentran en este mundo existe mayor riesgo de sufrir consecuencias y secuelas más potentes. A estas edades, el cerebro continúa en desarrollo y, por ende, funciones como la toma de decisiones, el autocontrol o la regulación emocional también hacen lo propio. En consecuencia, la probabilidad de convertir un consumo puntual en un consumo reiterado y dependiente se estima mayor.

Principales síntomas de la adicción a las drogas

A nivel emocional

  • Ira, hostilidad e irritabilidad.
  • Impulsividad
  • Perdida de la motivación e interés en la vida cotidiana
  • Anhedonia o apatía
  • Disminución de actividades de autocuidado (higiene, alimentación…)
  • Desajuste de los ritmos de sueño: somnolencia o insominio.

A nivel social

  • Frecuentar entornos relacionados con la sustancia o sustancias de consumo
  • Evitar otros entornos que no impliquen este consumo
  • Mentir o robar para conseguir las sustancias deseadas
  • Perdida de redes de apoyo
  • Perdida de los hábitos y rutinas habituales

A nivel físico

  • Temblores
  • Pupilas dilatadas
  • Enrojecimientos
  • Pérdida o aumento del apetito
  • Alteraciones en el habla
  • Descoordinación motora
  • Pérdida o aumento de peso

Cómo intervenir en la adicción a las drogas

Como se ha comentado anteriormente, existen diversos tipos de drogas, concentrados principalmente en tres grupos: estimulantes, depresoras y perturbadoras. En función del tipo y cantidad que se elija para su consumo, los tratamientos van a variar significativamente. Será necesario estudiar y analizar cada caso para poder establecer un correcto diagnóstico y consecuente intervención.

Uso de fármacos  

Desde un punto de vista farmacológico, existen varias herramientas que ayudan a cesar este consumo.  El objetivo, en este caso, será frenar o reducir los síntomas propios del síndrome de abstinencia. Durante este periodo en el que no se toma la sustancia adictiva, se producen una serie de sensaciones desagradables tanto a nivel físico como emocional que incitan a volver a consumir. Así, los y las pacientes en tratamiento farmacológico acuden a ciertos medicamentos para aliviar este malestar en lugar de a la droga en sí misma.

Existen alternativas en función de las demandas propias dentro de cada tipo de síndrome de abstinencia.

Dentro de los estimulantes, en el caso de la nicotina, se suele recurrir a dispositivos como los parches o chicles de nicotina o medicamentos específicos. En relación a los perturbadores, cuando se trata de opioides, los fármacos utilizados suelen ser otros específicos para este tipo de sustancias. Por último, relativo a las drogas depresoras, el tratamiento de la adicción al alcohol hace uso a su vez de medicamentos concretos.

Psicoterapia

Dejar de consumir una sustancia a la que alguien ha considerado ser adicta implica un gran cambio a nivel personal, social y ambiental. Adquirir nuevos hábitos conlleva en uno y una misma un compromiso, una responsabilidad y un esfuerzo. Por ello, la terapia a nivel psicológico resulta igualmente un requisito fundamental y complementario al farmacológico dentro de las intervenciones en adicciones.

Teniendo en cuenta los factores sociales que incitan al consumo de sustancias, la presión social o el actual y constante contacto con las drogas, las recaídas son un tema muy frecuente a abordar en terapia. El peso que se le atribuye a los contextos sociales en cuanto al inicio del consumo de drogas o sustancias adictivas resulta muy elevado. No obstante, evitar los ámbitos y contextos interpersonales no es considerado una solución realista y eficaz en este aspecto. Desde un punto de vista psicológico, se pretenderá trabajar para abordar y prevenir estos lugares de riesgo, analizando los desencadenantes que disparan el deseo de consumo.

Terapia cognitivo-conductual

Cada caso y cada persona poseerá su propio esquema activador de búsqueda de sustancia durante su pertinente periodo de abstinencia. En este esquema se dan tanto los antecedentes que predisponen o inclinan al consumo como las consecuencias que se obtienen del mismo. Ambas partes suelen relacionarse con contextos concretos que la persona protagonista ha asociado en su mente con el deseo de consumir dada la recompensa obtenida en este espacio. Así, no todos los lugares poseen la misma predisposición o riesgo de estimular un consumo.

En esta línea, las terapias cognitivo-conductuales proponen modificar los comportamientos y actitudes de las personas frente a las situaciones peligrosas. Su objetivo reside en adquirir herramientas de afrontamiento ante dichas situaciones y los estados de ansiedad o estrés que deriven de este mismo.

Referencias

American Psychological Association [APA]. (2014). Manual de diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM-5). https://www.eafit.edu.co/ninos/reddelaspreguntas/Documents/dsm-v-guia-consulta-manual-diagnostico-estadistico-trastornos-mentales.pdf

Maturana, A. (2011). Consumo de drogas y alcohol en adolescentes.Revista Médica Clínica Las Condes, 22(1), 98-109.

NIDA. (2022, 22 marzo). Entendiendo el uso de drogas y la adicción. https://nida.nih.gov/es/publicaciones/drugfacts/entendiendo-el-uso-de-drogas-y-la-adiccion

Portero, G. (2015). DSM-5. Trastornos por consumo de sustancias. ¿Son problemáticos los nuevos cambios en el ámbito forense? Cuaderno de Medicina Forense, 21(3-4), 96-104.

Ver fuente