Sabemos ya que el bullying se origina dentro del hogar, tanto de los perpetuadores como de las víctimas, la forma en que son criados y atendidos generan una idea fija de cómo perciben al mundo que los rodea y cómo deben afrontarlo, distorsionándose las creencias, responsabilidades y empatías con los demás, pues lo positivo o negativo va a depender de lo que les beneficie más.
Un claro ejemplo de cómo se puede originar el bullying es el síndrome de la llave colgada o los niños llave, como también se les conoce. Es un problema que muchos padres no lo perciben como tal, pero que genera diversas consecuencias nocivas para la vida de los hijos. Tales como: rebeldía, aislamiento, problemas de adaptación, inseguridades, poco seguimiento de las normas y desligamiento de la familia.
En este síndrome, los niños son dejados la mayoría del tiempo solos dentro de sus hogares debido al trabajo de los padres, que no les permite compartir con su familia, incluso si trabajan desde el hogar. Por ello, los hijos tienen siempre las llaves de su casa, se preparan sus comidas, lavan sus ropas, se encargan de sus tareas sin ayuda y sin poder salir a jugar con sus amigos o realizar otras actividades.
¿Cuál es la causa de este síndrome?
Mayormente, la causa principal es un trabajo excesivo por parte de los padres, labores que requieran de más tiempo de lo necesario o que les exige salir constantemente fuera de la ciudad. No se han dedicado a analizar la situación y reorganizar sus agendas laborales con respecto a su vida en familia.
Otras causas pueden ser:
- Familias nucleares y monoparentales que no cuenten con el apoyo de familiares como abuelos o tíos para cuidar de los hijos.
- Padres encargados de empresas propias, emprendimientos y negocios. Ser el jefe y no contar con el suficiente personal evita que deleguen responsabilidades y por ende, pasen más tiempo en el trabajo.
- La necesidad de proveer y mantener una buena economía, que permita adquirir todo lo que deseen cubrir y más. Educación, entretenimiento, ropa, etc.
Las razones por las cuales se llega a este síndrome son válidas, dar una buena calidad de vida a los hijos implica un gran sacrificio, pero también debemos recordar que los niños no aprecian el dinero, sino el tiempo que pasamos con ellos.