Al escuchar la palabra bullying, podemos imaginarnos solamente problemas de interacción o comportamiento dentro de las instituciones escolares, pero la realidad es, que el bullying se hace presente en cualquier ámbito de la vida de una persona (escolar, laboral, familiar, personal y virtual) y pareciera como si no hubiese escapatoria de ello.
El bullying se lleva a cabo cuando un individuo o un grupo de individuos quieren “marcar” un territorio como suyo, sintiéndose dueños de este y líderes de aquellos quienes conviven en él, pero deben ser bajo sus propias reglas y quien no se adapte sufre las consecuencias de ser rechazado, menospreciado, insultado, intimidado y golpeado para dejar el mensaje claro de “Si no eres como nosotros entonces no eres nada aquí”
¿Cómo opera el bullying en la infancia y adolescencia?
En estas etapas las personas están comenzando a descubrir sus gustos y formando sus opiniones y percepciones del mundo, lo cual se integra dependiendo de la calidad de las relaciones que este mantenga durante este período de vida.
Por lo que si experimenta una serie de malas relaciones es posible que desarrolle conflictos que eviten que se valga por sí mismo siendo un adulto.
Tanto desde el punto de vista de víctima como de instigador.
¿En qué sentido? Pues, los agresores suelen tener también problemas en su calidad de vida familiar o social y mantienen una defensa extrema a su alrededor para evitar ser dañados, dañando a los demás primero.
Pero una vez que dejen su territorio (El cual generalmente sí es la escuela) pueden verse seriamente afectados ya que nunca han mantenido una buena interacción social más allá de la intimidación.
Mientras que las víctimas deben comenzar un proceso de sanación y superación para recuperar su confianza y así poder afrontar la vida cotidiana, ya que pueden caer en vicios al ser tan susceptibles o en relaciones abusivas.