El bullying es un tipo de acoso selectivo que se produce cuando una persona somete a otro individuo de manera física o psicológica. Normalmente este tipo de acciones se inician con algunas bromas pesadas, pero al ver la vulnerabilidad del contrario, las acciones negativas se intensifican con el propósito de lograr una satisfacción personal en términos de supremacía.
Estos ataques suelen estar fundamentados en temas de género, orientación sexual, apariencia, discapacidad, raza o religión.
Las consecuencias de este tipo de hechos son diversas, van desde daños psicológicos, hasta maltratos físicos, algunos de carácter permanente, dependiendo del tipo de agresión.
Cuando el bullying se produce en las instituciones educativas, también es conocido como “acoso escolar” y puede registrarse con una variante, en algunos casos no se producen agresiones físicas o psicológicas, pero sí se traduce en aislamiento social.
En los casos de bullying la responsabilidad no solo recae en quien ejerce la acción, también hay culpa en los testigos silenciosos que se convierten en cómplices cuando no se oponen al daño. Generalmente los desencadenantes de un acoso son factores individuales y pequeños grupos, pero la resolución del conflicto pasa por la participación de un colectivo, bien sean familiares, amigos o comunidad educativa.
Evitar el bullying es más sencillo de lo que muchos piensan, fomentar el diálogo y la resolución de conflictos a través del consenso es una de la formas tradicionales para superar la situación una vez que se registra, pero el mejor método es evitar que se registre el acoso, para ello es importante hacer entender a los niños que las diferencias entre las personas son normales y deben ser respetadas. Aceptar a cada individuo tal como es, es el primer paso para lograr un ambiente armónico.
Los casos de bullying pueden ser un aviso sobre personas violentas, detectar estos casos a tiempo y atenderlos con ayuda profesional es fundamental para disminuir los registros de violencia generalizada.