¿Qué es la distimia y qué la produce?

La depresión infantil es, desgraciadamente, frecuente. En adolescentes lo es más. Hay caídas del ánimo o voluntad (distimia) más leves o más intensas, pero todas ellas deben ser tratadas a tiempo para que no se convierta en un problema irreparable.

¿QUÉ ES LA DISTIMIA?

Se trata de un trastorno depresivo en el que los síntomas se producen durante un largo periodo de tiempo. Por tanto, si observas síntomas como la irritabilidad, la tristeza, la desesperanza, el cansancio y otras, se vuelven crónicas y por tanto, se hacen más difíciles de tratar.  Por lo general, los padres acusan estas tristezas profundas de sus hijos dejándose influir por ella misma. Es este es un fenómeno complejo al que hace referencia la terapeuta Philippa Perry  que pone el dedo en lo que debería ser el comienzo de la solución: que los padres se desprendan de ese sentimiento en cierta medida para poder abordar el problema en sus hijos con más eficacia.

¿Cómo podemos reconocer la distimia? Si se ven uno o más de estos síntomas:

  • Estado de ánimo deprimido durante la mayor parte del día.
  • La presencia de estos síntomas (dos o más): mucho o poco apetito, falta de sueño, poca energía, poca concentración, problemas de autoestima, sentimientos de desesperanza o fatiga.
  • Estos síntomas se producen de manera intensa por dos años seguidos o más.
  • Los síntomas influyen negativamente en la vida de la persona, especialmente en las relaciones laborales, sociales o familiares.

¿POR QUÉ SE PRODUCE LA DISTIMIA INFANTIL?

Las causas de la distimia, como sucede con otros estados de ánimo, no se conocen a ciencia cierta. No obstante, las investigaciones a lo largo de los años han demostrado que hay factores comunes que influyen en su aparición. Además, también se conocen estos efectos:

  • Alteración cerebral. Las personas que sufren trastornos depresivos tienen modificaciones en el cerebro.
  • Química cerebral. Los cambios que sufren los neurotransmisores pueden estar relacionados con la causa.
  • Genética. Las personas que tienen familiares cercanos con alteraciones depresivas son más propensas a sufrirlas.
  • Sucesos estresantes. Traumas y otras vivencias estresantes pueden estar relacionadas con los trastornos depresivos. Pueden ser problemas con los amigos, un confinamiento sin estímulos ni responsabilidades, etc.
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¿QUÉ LA DIFERENCIAN DE OTROS TRASTORNOS?

Habíamos escuchado hablar de bipolaridad, de depresiones, de esquizofrenias… ¿Por qué la distimia es diferente?

Pues por ejemplo, para identificar la distimia se tienen que haber sufrido al menos dos años algunos de los síntomas, mientras que en un cuadro de depresión normal, es suficiente con que los síntomas más conocidos se hayan dado por dos semanas. No obstante, estos son diferentes entre sí aunque no es fácil separarlos pues pueden darse combinados un mismo niño.

Por ejemplo:

  • Distimia. Estado de ánimo depresivo constante.
  • Embotamiento. No demostrar sentimientos ni reacciones afectivas. No es que no sean capaces de sentir amor, o cualquier otro afecto enérgico, sino que su debilidad emocional le impide generarlos y exteriorizarlos.
  • Anhedonia. Incapacidad para sentir placer o disfrute. Una ausencia de serotonina, que se puede ayudar a mejorar con alimentación y suplementos adecuados, pero especialmente dedicando tiempo de amor y de diálogo para encontrar pequeños placeres con los que volcer a acostumbrarle a sentimientos estimulantes.
  • Paratimia. Afectividad inadecuada hacia una persona equivocada en un contexto erróneo, lo que puede llevar a relacionarse de manera tóxica, con dependencias de una amistad.

¿QUÉ DEBEN HACER LOS PADRES?

Los padres se dejan atrapar por la tristeza de sus hijos proyectándola hacia atrás, hacia el fondo de tristezas que quedan en ellos por sucesos graves o frustraciones vitales. Por eso, una actitud de autoperdón, aceptando con calma que lo pasado forma parte del fenómeno estimulante de la vida misma, es fundamental para curar la depresión de sus hijos. Los padres han de sanarse a sí mismos, en la medida en que puedan, a la vez que se implican en la estimulación de placeres, responsabilidades y, por supuesto, amor, mucho amor.

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