Para combatir, o mejor, para prevenir el acoso entre niños y jóvenes es necesario que los adultos lo distingan adecuadamente. Además, que identifiquen el papel que desarrolla su educando en caso de situaciones de intimidación para erradicar el problema.

Una de las consecuencias del bullying, si el acoso no es detectado a tiempo por parte de los adultos, es que puede dañar la salud física y emocional de los niños y jóvenes hasta llevar, en casos extremos, a la muerte.

La primero es confirmar la autenticidad del acoso, sea físico o emocional, diferenciándolo de una pelea puntual, una vez que la provocación e intimidación se caracterizan por ser permanentes y por repetirse a lo largo del tiempo.

El sociólogo Robert Faris explica que el bullying es una especie de “combate social” que se genera en el grupo para conservar o alcanzar determinado estatus de la jerarquía social, donde se compite para alcanzar el poder y dominio del grupo.

Este estudioso sugiere definir el rol del  “bully» o de la víctima, para identificar sus manifestaciones y responder asertivamente, así:

  • El agresor, generalmente, es fuerte físicamente, impulsivo, dominante, manipulador y revela una conducta antisocial que no siente culpa de acosar.
  • La víctima, habitualmente, es tímido, inseguro, excesivamente protegido por los padres y es desventajado física y socialmente frente al agresor.
  • El espectador es uno de los compañeros que hace el papel de testigo de la situación de intimidación y que reacciona según sea su opción de aprobar, reprobar o negar la agresión.

Después de identificado el rol que manifiesta el educando, el adulto deberá buscar la ayuda necesaria. Por veces es necesario acudir a técnicos y especialistas en el área.

La Fundación Roca Internacional, por ejemplo, es una organización sin ánimo de lucro una década de experiencia en el apoyo a la formación personal, familiar y empresarial con base en valores morales y de desarrollo social que devuelve la confianza y seguridad o esperanza que debemos tener en los demás.