Aquellos que practican el Bullying corren el riesgo de llevar para la vida adulta un comportamiento asocial, manifestando actitudes agresivas en la familia o en el trabajo y hasta verse envueltos en actos de delincuencia o criminales.
Fundamentalmente, el acosador presenta ausencia de empatía y esta falta explica su incapacidad para ponerse en el lugar del acosado y ser sensible a su sufrimiento. También puede sufrir de distorsiones cognitivas que se revelan en el hecho de que evade la realidad y delega su responsabilidad en otras personas, culpando a la víctima por originar el conflicto.
En la actualidad, la psicología identifica en los acosadores la existencia probable de una educación familiar permisiva, donde no se practica el altruismo y alimenta el ego, ignorando la perfecta armonía que debe existir entre los derechos y los deberes.
Ante estas graves consecuencias de la crianza es prudente reflexionar sobre el estilo educativo asumido por los padres e identificar si son autoritarios, permisivos o democráticos.
- El autoritario se caracteriza por el excesivo control de los hijos, que son obedientes pero dependientes, que revelan un sistema moral rígido y una autoestima baja, siendo vulnerables e irritables.
- El democrático se caracteriza por ejercer el control de una manera flexible de los hijos, que son niños con buenos niveles de autocontrol y autoestima, persistentes, hábiles para las relaciones personales, independientes.
- El permisivo se caracteriza por no ejercer ningún control, estilo opuesto al autoritario, donde el control es escaso pero la comunicación es buena, creyendo que los hijos son sus iguales y cómplices.
Relativamente a este último estilo que empodera al hijo que aun no posee la capacidad de razonamiento, promueve niños con muchos problemas para las interacciones sociales, siendo poco persistentes y muy descontrolados, además con dificultades en asumir responsabilidades y un pobre sistema moral o normativo.
A pesar de que estos niños sean más alegres que los de un ambiente autoritario, la falta de control genera una baja autoestima porque se enfrentan a tareas que sobrepasan sus capacidades, lo que los lleva a ser adolescentes difíciles que transgreden las normas sociales en busca de límites externos.