Rafael Núñez Aponte - Estatus del agresor

Rafael Núñez Aponte explica que el agresor quiere ser el más notorio, desea sentirse fuerte y lograr la aprobación de los demás. Para alcanzar sus objetivos: popularidad, poder y reconocimiento, el autor del bullying agrede y humilla a los demás repetidas veces.

El agresor no sabe dialogar porque aprendió a reaccionar con la violencia y lo más indignante es, quizás, su falta de empatía ante el dolor de los demás, y al contrario su satisfacción por el sufrimiento que padece su víctima, carente de empatía. ¿Será esta actitud tan descabellada, que el agresor disfrute ver como sus víctimas sufren? ¿Esto puede ser una enfermedad o es apenas maldad?

Toda esta problemática se amplía cuando se piensa que este tipo de conducta, o sea una actitud cruel, fría, despiadada, violenta y humillante, pueda ser practicada especialmente por niños y jóvenes. Cabría preguntarse si estas actitudes son generadas por algún tipo de problema psicológico.

Rafael Núñez Aponte - Estatus del agresor

El especialista José Antonio Luengo psicólogo educativo, miembro del equipo para la prevención del acoso escolar en la Comunidad de Madrid, profesor de la Facultad de Educación de la Universidad Camilo José Cela, secretario de la Junta de Gobierno del Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid, también director Asociado de la Revista de Psicología Educativa del referido Colegio profesional; explica que aunque en sí no es una patología, existen grandes carencias en su desarrollo emocional y relacional.

Rafael Núñez Aponte - Estatus del agresor

Este psicólogo sugiere que todos los individuos desarrollan habilidades a nivel interpersonal, pero que los agresores presentan algunas fallas como pensar que todo lo que hacen está bien, independientemente de la consecuencia. De allí que no se conmuevan con el sufrimiento de los demás y no pidan perdón por sus actos.

En conclusión, el acosador parece no tener en cuenta los efectos de su comportamiento ni que hace sufrir con un fenómeno intencionado que se mantiene en el tiempo y que desarrolla para obtener popularidad, poder y reconocimiento ante los demás, siendo, como refiere el especialista José Antonio Luengo, una especie de estatus social que el agresor desea lograr y mantener en el grupo.