El origen del maltrato físico o psicológico deliberado y continuado se puede concebir, por ejemplo, en un hogar con violencia, con falta de comunicación y con falta de respeto, ambiente que puede promover potenciales agresores y también víctimas de “bullying”.

El Dr. Carlos Vera Scamarone, médico psiquiatra en el Policlínico Peruano Japonés y psiquiatra de Solidaridad Salud, alerta para la importancia de manejar de forma positiva la frustración y el miedo al rechazo, pues aceptar los fracasos personales hace que las personas estén más motivadas a mejorar personalmente.

Personas con esta experiencia familiar, sin generalizar, pueden desarrollar el acoso hacia otras personas más vulnerables, que ejercen importunando a los demás constantemente de diversas maneras.

El acosador se caracteriza por ser agresivo e impulsivo para lograr llamar la atención y acallar sus carencias repitiendo el modelo de familiares violentos.

Sumado al modelo del hogar, el acosador posee una idea deformada del liderazgo, ganando el respeto de su entorno mediante el miedo.

El poder, para influir en los demás, debe ser a través del carisma natural y de la seguridad al hablar, además de la capacidad de socializar.

Los adultos deben estar atentos a las señales de sus hijos o estudiantes, mantener la comunicación y reconocer si su educando o estudiante es un acosador, para actuar a tiempo.

Caso, un adulto se depare con esta problemática debe inmediatamente reforzar la autoestima de sus hijos o estudiantes con expresiones de afecto y reconocimiento de sus conductas positivas. Una buena autoestima desarrolla la valoración personal y aporta una serie de beneficios, a saber:

  • Estabilidad emocional, prescindiendo de la aprobación de los demás.
  • Obtención de mayores logros, por la confianza en la capacidad de alcanzar los objetivos.
  • Relación armoniosa con los demás, por aportar más valor a los demás, siendo equilibrado y contagiando el bienestar.

 

El maestro y gran modulador del maltrato sea físico o psicológico es la violencia experimentada en la niñez o juventud que se puede contrariar reforzando la autoestima y promoviendo el desarrollo de la valoración personal.