Rafael Nuñez - Cómo educar a nuestros hijos

Las emociones son muy importantes y es por eso que en los últimos años ha tenido mucho auge este tema, en especial cuando se habla de las emociones en la familia. Si hay algo que debemos de tomar en cuenta en relación a todo esto, es la educación emocional, que es clave en cuanto a las emociones y conductas que se irán dando en nuestra familia y que nos ayudará mucho para poder irnos conociendo mejor.

Conocer nuestras emociones

Es importante que cada persona conozca sus emociones, que reconozca y acepte cómo se siente, qué le provoca esa emoción y en dónde se manifiesta esa emoción; nada de eso es fácil y para eso es necesario irlo practicando poco a poco, tanto para nosotros los adultos puede ser complejo evidenciar todo esto, ahora imagínense en nuestros hijos, por eso es necesario darles herramientas que les ayuden a reconocer sus emociones.

Para poder iniciar con el reconocimiento de nuestras emociones, basta hacer un ejercicio diario que puede ser realizado en un ambiente amable dentro de la familia. Se trata de expresar todos los días cómo nos sentimos, y de ser posible intentar explicar qué ha provocado esa emoción, es importante que nosotros como adultos y padres lo hagamos, nuestros hijos también necesitan saber cómo nos sentimos y qué cosas pueden provocar en nosotros ciertas reacciones, esto con la finalidad de que vean que las emociones son algo natural en el ser humano y que está bien sentirlas, que las reacciones que tengamos cuando nos sentimos de cierta forma es esencial, ya que eso va a medir mis conductas.

Es aquí a donde pasaremos a nuestro tema inicial, el porqué las emociones no se negocian.

Las emociones no son negociables

Es normal desconocer como padres las emociones, sentimientos y conductas que a veces manifiestan nuestros hijos, esto es debido a que como se mencionó anteriormente, no estamos acostumbrados a expresar nuestros sentimientos, los cuales, al no ser bien dirigidos, resultan en conductas poco deseadas de parte de nuestros hijos y de nosotros mismos como padres.

Es por eso, que en más de alguna ocasión hemos llegado a negociar con las emociones, un claro ejemplo es cuando le decimos a nuestros hijos “ordena tu cuarto si no tu mamá se enfadará contigo” o “si terminas tus tareas, tu papá estará feliz contigo”, esto es negociar las emociones, lo cual NO es correcto, ya que no creamos una responsabilidad por sí misma en nuestros hijos, sino que va enlazado a complacer o evitar una reacción emotiva en alguien más, lo que no es aconsejable para nada crear esa idea en nuestros hijos.

Para crear bases sólidas de responsabilidad ante acciones, lo que necesitamos es tener límites claros y concisos, esto quiere decir que cada acción tiene una consecuencia. Así que en lugar de negociar con las emociones, debemos ser directos con lo que se quiere de la acción que pedimos, por ejemplo; veremos tv solo cuando hayas terminado tus tareas, en esta frase hay una responsabilidad y una consecuencia, si termina verán tv y si no termina está implícito que no podrá ver la tv, en esta secuencia hay un límite establecido, nuestro hijo sabrá claramente lo que se espera de él y en ningún momento negociamos las emociones.

Recuerda establecer límites claros que puedan ser establecidos entre toda la familia y ser consecuente con las acciones determinadas

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