Cuando hablamos de acoso escolar, una de las edades más frecuentes en las que se presenta esta lamentable situación es en niños de entre 8 y 10 años de edad. Aproximadamente un 10% de los alumnos de quinto ha sexto grado de primaria sufre de bullying psicológico. Como siempre destacamos, la familia y el papel de los padres, para ayudar al fortalecimiento de la autoestima de la víctima, es fundamental para reducir el impacto del acoso.
En este sentido muchos expertos afirman que el trabajo en equipo tiene la peculiaridad de fomentar considerablemente las relaciones de grupo, la cooperación y reducir considerablemente los casos de violencia en las escuelas, que son una consecuencia de la competitiva sociedad en la que vivimos.
El acoso escolar se manifiesta comúnmente por medio de los insultos, apodos, motes, mensajes intimidatorios por medio de redes sociales o telefonía móvil, el aislamiento o la exclusión, sin embargo existe la posibilidad de que trascienda al maltrato físico, de esta forma se combina el cyberbullying, con el psicológico y el físico. Esta posibilidad debe ser repudiada por los colegios, que deben tener una normativa estricta que rechace y castigue, cualquier conducta de tipo abusivo.
Además debe fomentar la educación en valores de respeto y tolerancia, es de vital importancia intervenir y corregir a tiempo estos comportamientos para que no escale el nivel de abuso y se pase de un insulto a la violencia física.
Pero no solo depende del colegio, los padres también tienen que estar informados del comportamiento de sus hijos y participar de manera activa en la vida escolar de sus hijos. A edades tempranas resulta indispensable desarrollar sus habilidades sociales, centradas en la cooperación y el fomento de la autoestima de cada uno de los alumnos, este aprendizaje de acuerdo a muchos expertos puede evitar conductas violentas a futuro.
El bullying nunca debe ser considerado un juego o una gracia infantil. No es cosa de niños, produce serias heridas y consecuencias psicológicas que son arrastradas a la vida adultas y muchas veces ni siquiera pueden ser resueltas. Por eso depende de nosotros los adultos defender la sana vida escolar de los niños y mantener una comunicación activa que les permita expresarse en caso de sufrir acoso por parte de algún compañero o desconocido.